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Dolor al viento (sobre el suicida de Los Olivos)

Cuando la compasión desaparece por el ansia de likes, las redes se llenan de violencia ante el suicidio de un joven con depresión.

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El 11 de marzo de este año, un joven de Los Olivos subió a una torre de alta tension para suicidarse. Tras una ardua labor, los bomberos lograron rescatarlo. La familia dijo que padecía depresión y los mensajes de apoyo en las redes no se hicieron esperar.

Hoy, a las 6 de la tarde, el mismo joven subió a otra torre de alta tensión en el mismo distrito. Pero esta vez solo encontró a mucha gente que filmaba desde abajo con sus celulares. Desde ahí arriba, con el viento frío de septiembre y el zumbido que producen 34 mil voltios corriendo por los cables, todo debió haberle parecido entonces más soledad.

La madre del muchacho gritaba su nombre desde la vereda, desesperada, pero su voz en un hilito se la llevaba el viento y la calle. Tras unos minutos, el muchacho saltó. Cinco segundos duró su caída. Cinco segundos eternos donde a la sensación de vacío en tu estómago se suman los gritos de abajo, los autos que pasan, un perro que ladra, el llanto de su mamá. Un policía ve caer el cuerpo silencioso y metros antes del contacto con el suelo, gira su cuerpo, cierra los ojos y se lleva las manos a las orejas para no escuchar, para no llevarse ese sonido en la cabeza para siempre, y corre a apoyarse tras un auto.

Pero, a diferencia del mes de marzo, ahora varios videos desde diversos ángulos corrieron ya no por ese infierno morboso que es el whatsapp, si no que varios «medios digitales» y grupos de Facebook (grupos vecinales de Los Olivos, medios de ese mismo distrito) se encargaron de «difundir la exclusiva» en sus redes sociales. No importa ya la familia, ni el dolor de la madre, ni la violencia de las imágenes y el sonido de la muerte contra el asfalto. Solo importan los likes y el tráfico que pueden generar la muerte ajena y la indolencia. La pepa. El que primero publica, gana. Y los comentarios de cada publicación van de la burla a la justificación de publicar esos videos «para que sirva de ejemplo».

El mundo es violento, la vida es violenta, la información también lo es pero lo es más cuando te llega un video sin que lo pidas y le das play y se te encoge el alma también con violencia. En el video hay unos brevísimos segundos que sobrevienen a la muerte. Luego todo se vuelve zoom, primeros planos, diversos ángulos, mientras la tarde con su poquito de sol se va haciendo noche. ¿Habrá visto ese muchacho un poco del cielo que lo despedía?

La depresión es una enfermedad. La falta de compasión también.

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