Los sueños bastan para los artistas y para los románticos pero un individuo político, inmiscuido en la deleznable realidad peruana, no puede aspirar a nada más que al ejercicio puro de la astucia y el realismo porque hasta para contrariar al corrupto, situación admirable e ideal que la mayoría deja de lado antes de cumplir 40 años, hay que saber cómo asestarle los golpes que lleven al definitivo golpe de gracia y eso no se ve, ni mucho menos, se aprende en sueños.
La lucha contra la incansable corriente de inmundicia que asola la realidad peruana, latinoamericana y mundial se logrará, en primer término, impidiendo que cualquier tipo de individuo se sume a nuestras actividades. También, nos servirá impedir la integración de gente sin cabeza con gente con la cabeza llena de heces y con la insolencia de creer que saben dos o tres cosas cuando, en general, ese ‘conocimiento’ es una farsa.
En suma, lo que corresponde es oponernos, una y otra vez, especialmente, de modo individual, a la podredumbre que está asentada en este país hasta en el más profundo de sus cimientos.
Si esta muestra de coraje y lucidez cuenta con adeptos que bienvenidos sean porque de esta manera se habrán ganado esta consideración y, a la misma vez, habrán demostrado que no son parte de la vasta hueste de oportunistas que pululan en todos los espacios del escenario político salvo excepciones que son cada vez más exiguas.
Cada vez que cualquier político joven guarda silencio ante diversas situaciones insostenibles para cualquiera que aún tenga sangre fluyendo en sus venas – y que aún posea un cierto sentido del honor para no comprometerse o para que no hayan represalias contra su persona-, el sueño se debilita porque el sueño expuesto de un modo no sacrificial es nada y si, en verdad, existe el sueño hay que sacrificarse en pos de su materialización y allí empieza la sucesión de acontecimientos que han forjado la grandeza de todos los individuos que han sido trascendentes en el curso de la Historia.
Los sueños no bastan para cambiar la realidad pero sin ellos, esta posibilidad de cambio sería imposible.