Opinión

Subdesarrollo educativo, deserción escolar y trabajo infantil en el Perú

Lee la columna de Raúl Allain.

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Reiteradamente escuchamos decir que el Perú necesita una reforma educativa y prácticamente ese tema es parte de las promesas electorales de campaña. Todos prometen mejorar la educación pero la realidad nos muestra que nos falta mucho.

En los últimos años, el Perú ha estado en los últimos lugares en Latinoamérica en cuanto a comprensión lectora, matemática y ciencia, según el ranking global del Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés: Program for International Student Assessment). El último examen PISA en el Perú fue realizado en 2018 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Perú ocupó el puesto 64 de 77 países evaluados (https://tinyurl.com/2s47y6s8).

El artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que “Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria”. Una frase contundente que hace una promesa universal: la educación es para todos.

Un caso preocupante es la deserción escolar, el abandono de las aulas de los estudiantes, menores de edad, “empujados” por la pobreza. Jamás seremos un país viable ni mucho menos competitivo y desarrollado si nos despreocupamos por educar con calidad a niños y jóvenes.

Los cierres de las aulas y la pérdida de aprendizaje debido a la pandemia por coronavirus, así como los desafíos económicos que causó, exacerbaron las desigualdades de género y continuarán agudizándose a menos que se tomen medidas para abordar las necesidades de aprendizaje de los estudiantes.

La disciplina severa, el castigo corporal y otras formas de violencia de los estudiantes son algunos de los factores negativos que afectan en el rendimiento académico de los niños y aumentan la deserción escolar.

Al respecto, la especialista en temas de inclusión social, Dra. Maricela Romero Pérez, opina que el Estado debe aplicar el plan de erradicación del trabajo infantil. “Hay que lograr que todos los peruanos sin excepción tengan acceso a la educación de calidad, especialmente los sectores económicamente menos favorecidos. La inclusión social también se basa en la educación gratuita y la erradicación del trabajo infantil debe estar acompañada de una estrategia para que los niños tengan oportunidades equitativas de acceso a la educación y a la salud. Muchos niños salen a trabajar por las condiciones de extrema pobreza. Eso es lo que está generando deserción escolar”. (https://tinyurl.com/2s5m95ca)

En el artículo “Perú, país pionero en América Latina” (https://tinyurl.com/yckhtb7h) señalo sobre la meta de la Alianza mundial para erradicar el trabajo infantil, el trabajo forzoso, la esclavitud moderna y la trata de seres humanos:  “El Perú como pionero de la meta 8.7 de la alianza mundial se caracteriza por la necesidad de adoptar medidas inmediatas y eficaces con miras a erradicar el trabajo forzoso, poner fin a las formas modernas de esclavitud y la trata de seres humanos, y asegurar la prohibición y eliminación de todas las formas de trabajo infantil, como una medida esencial para lograr el trabajo decente para todos, el empleo pleno y productivo, y el crecimiento económico incluyente y sostenido”.

La Dra. Romero considera que es positiva la erradicación de la explotación laboral en todas sus formas, pero señala que el gobierno debe hacerlo “de manera sostenible y realista”, teniendo en cuenta que en zonas rurales de la costa, sierra y selva, hay también algunos patrones culturales en los que el niño se integra al trabajo desde su familia, ya sea en la agricultura o la ganadería.

“Los niños definitivamente no deben trabajar ni ser sometidos a explotación laboral o trabajos riesgosos, menos al execrable caso de la trata de menores, que constituye un delito. Pero se debe considerar que los niños ayudan a sus padres en zonas rurales como parte de su cultura ancestral, en el pastoreo del ganado o en pequeñas actividades agrícolas, lo cual les ayuda a fomentar valores como la responsabilidad y la puntualidad”, expresa.

Menciona que, para el caso de las ciudades, muchos niños están alejados completamente de estas actividades e inclusive sus padres no les enseñan aspectos básicos como el aseo de su casa o lavar su ropa, como tradicionalmente se hacía. “Si ahora vemos casos de pandillaje o delincuencia juvenil, es también porque no se les enseñó a tener responsabilidades”, explicó. Un tema para analizar.

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