Opinión

Sopa de sustancia

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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La Sustancia es una película modo comedia y terror dirigida por Coralie Fargeat y con las actuaciones estelares de Demi Moore en su esperado retorno; y Margaret Qualley como la irresistible Sue donde el cuerpo joven es valorado y reivindicado más allá de lo permitido.

Es cierto que hay una crítica al mass media y su necesidad de fagocitar todo lo que se entiende por “belleza” ya sea este resultado del bisturí, maquillaje, filtros o por métodos alternos de quienes venden sebo de culebra buscando la eterna juventud. Y donde el mercado televisivo es poco menos que un molino de carne solo con espacio para los jóvenes y bellos y sus cinco minutos de fama. Warhol dixit.

Cabe resaltar que la última parte de La Sustancia degenera en el gore, pero más aún pareciera un homenaje velado a la película Basket Case, un filme de bajo presupuesto de Frank Henenlotter que cuenta la historia dos hermanos siameses separados: uno bello y el otro, un endriago vengativo, cruel y celoso de la suerte del hermano. Un asunto del doppelganger creado por Jean Paul Richter en 1786 y que significa “el que camina al lado”. Y a lo que el dramaturgo Strindberg suma: “El que ve a su doble es que va a morir”. Es así que la bella Sue se transforma en un monstruo que mata despiadadamente a su clon original y acude a su última cita con los espectadores y broadcasters televisivos.

El género gore creado por Herschell Gordon Lewis en 1956 es muy particular. Todos los excesos son permitidos y la sangre brota a borbotones salpicando a la platea. Por estos lares, Carlos Carrillo nos deleitó con su cuentario “Para tenerlos bajo llave” en 2007. Y este servidor en 2012 publicó “Matagente”, la primera novela gore del Perú y que tuvo palabras elogiosas de Gregorio Martínez, Daniel Alarcón y Pedro Novoa entre otros.

Lo cierto es que La Sustancia recurre al gore para enrostrarnos una cruel realidad desde la publicidad engañosa pasando por los concursos de belleza, el modelaje fitness o las películas que ofrecen “carne nueva” para atraer a las masas engañadas y pocos pensantes u obligadas a pensar menos y a aparentar lo que no son o a lo que no pueden acceder. De esta manera, la primorosa Sue se venga de todos nosotros por exigirle lo que no puede dar: una belleza infinita.

(Columna publicada en Diario UNO)

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