Soñé que el Covid-19 se llevaba a Vizcarra y a todos sus ministros y gerentes de la Confiep. Soñé también que los Picasso, los Brescia, los Romero, los Añaños y otros malos empresarios se iban detrás del dizque presidente. Y que los politicastros de izquierda y de derecha tomaban lejía industrial para salvarse. Soñé que Phillips Butters se ahogaba en un montón de baba junto a Aldo Mariátegui y Mónica Delta y Magaly Medina que reclamaba porque le hagan respiración boca a boca mientras Juliana Oxenford se desgañitaba “en vivo y en directo”.
Y otros peleles y pobres diablos de la gran burguesía corrían con un balón de oxígeno en la espalda y vi mezclados entre ellos a Kenji Fujimori y a Daniel Urresti y a Cipriani y a Jimy Santy y a Chibolín con su banda rojiblanca y varias señoritas que decían «todes», «todes», «cuidemos nuestra ‘cuerpa'». Y un montón de bataclanas, sátrapas y chicos ‘realitys’ tosían como perros y caían por el desagüe junto a jueces corruptos y malos policías que disparaban al aire y se atoraban comiendo langoy y otros desperdicios malogrados que repartía un conocido bufón metamorfoseado en «gobernador regional», mientras el alcalde de Lima con una cara de pánico, caía por un w.c . junto a sus regidores y otros mandamases de otras comunas venidas en desgracia; y miles de niños lo señalaban con el dedo.
Estos pequeños eran ángeles, pero abajo estaba un aprista panzón y endemoniado que, con su gran boca, lo fagocitaba todo, junto a otros expresidentes, asesinos, rateros, violadores, vendepatrias y narcotraficantes que ardían en un perol sobre el que bufaba un animal híbrido con la cara de Meckler, Donald Trump y Alejandro Toledo. Y a un costado Beto Ortíz reía con su rostro grasoso y Jaime Bayly vomitaba una sanguaza horripilante desde Nueva York y para el mundo entero, cosa que celebraban con bombos y platillos la CNN y la CBS y hasta Caracol y Andina de Radiodifusión Nacional y un largo etcétera.
Y al final de todo, cuando parecía que vendría lo peor y entre truenos y centellas y hasta se empezaban a levantar los cadáveres de renegridos enganchaesclavos como Manuel Ulloa Elías y hasta Mariano Ignacio prado que se robó en costales la plata en la guerra con Chile y otros zombis iban tomando posesión en la casa de Pizarro y una retahíla de grotescos payasos se iban sentando en el congreso, por fin el pueblo se despertó de su largo e histórico letargo, sano y fuerte, y asumía, para siempre, el control de su destino.