Por Tino Santander
La respuesta es sí. Los Estados Unidos son imperialistas y tienen como objetivo la expansión territorial y económica de su oligarquía financiera, así como de su industria armamentística y tecnológica. No tienen aliados, sino subordinados a su política exterior que impone sus intereses económicos y políticos por las buenas o por las malas.
El libre mercado es una leyenda que utilizan para dominar económicamente a los pueblos del tercer mundo. La libertad y la democracia que tratan de imponer en el mundo no responde a un ideal humanista, sino, que son mecanismos que buscan explotar los recursos naturales y dominar el mundo. Nada los detiene, porque ellos tienen un destino manifiesto señalado por Dios. Lo demás no existe.
No importa si los presidentes son demócratas o republicanos: no hay ninguna diferencia importante, tal vez algunos matices en su política imperial. Han convertido a Europa en un viejo museo que lo dirige un “curador” al servicio de sus intereses. Nada sucede en Europa sin la autorización de los Estados Unidos. Políticamente Europa es irrelevante: el viejo mundo esta dividido y peleando contra el fantasma ruso que los yanquis le han inventado.
Para consolidar su hegemonía necesitan controlar el canal de Panamá y han anunciado que lo van a recuperar. Que irán por Groenlandia, arguyendo que es imprescindible para su seguridad nacional, porque los “chinos” y “rusos” están en el Ártico y son una amenaza. Así que han decidido tomarla, a pesar de que pertenece a Dinamarca, miembro de la OTAN, pero, para los yanquis la OTAN es un juguete que usan cuando la necesitan. El presidente norteamericano ha señalado que va a anexar Canadá y que va invadir México para “combatir” los carteles de la droga, además acaba de cambiarle arbitrariamente el nombre al golfo de México por el Golfo de América. El objetivo es anexar México en el futuro.
El medio oriente les interesa en tanto controlan el petróleo. África es un continente exótico, tribal y conflictivo como Sudamérica, a la que no necesitan, como acaba de señalar Donald Trump en una declaración arrogante. Los sudamericanos no olvidamos su apoyo a Inglaterra en la guerra de las Malvinas, tampoco olvidamos cómo usaron a Chile de base militar para atacar a la Argentina, que ahora tiene un presidente subordinado a los intereses norteamericanos. Nada ha cambiado, Estados Unidos, no ha vuelto a su “edad de oro”, sino que sigue siendo el imperio militarista que siempre fue.
El mundo debe prepararse para recibir a los migrantes que fueron a los Estados Unidos en busca del “sueño americano” y que ahora son tratados como viles delincuentes. Las imágenes de los migrantes brasileños encadenados de pies y manos son una flagrante violación a los derechos humanos. Nadie puede enfrentarse a ellos, menos alzar la voz de protesta, porque entonces te suben los aranceles y millones de trabajadores pierden sus puestos de trabajo.
Los grupos de poder económico latinoamericanos festejan las políticas de agresión yanqui. Aplauden que tomen el canal de Panamá, que expulsen cruelmente a los migrantes ilegales de manera cruel; que impongan su ley por la fuerza. Las derechas sudamericanas celebran su guerra cultural contra las minorías homosexuales y religiosas que trataron de imponer su modo de vida a la mayoría. Las derechas latinoamericanas, agradecen a Trump que la familia ha recuperado su estatus (que nunca perdió). Toda esta locura es una cruzada pseudorreligiosa que encubre viles intereses económicos.
¿Qué Hacer? Primero la unidad de los movimientos antimperialistas, pero no bajo las viejas consignas revolucionarias de la Tricontinental guevarista del siglo pasado, sino, buscando la forma de construir bloques económicos y políticos alternativos que nos ayuden a enfrentar a un imperialismo tan agresivo como el que representa Donald Trump. Sin la unidad de las organizaciones populares latinoamericanas no hay posibilidad de enfrentar seriamente al imperialismo.