Escribe Mario Castro Cobos
Una huella muy
honda que de ninguna manera se borra; y la película en su naturalidad es la
huella; una herida que hagas lo que hagas con ella no se cerrará; un rastro que
se va haciendo más y más sensible aunque permanezca aún así relativamente en la
sombra. Un hombre y su hija viven alejados del mundo, casi sin contacto con el
resto de la humanidad. ¿Es la realización de la utopía? ¿Hay un trauma y es más
que nada un fabuloso (y difícilmente sostenible) intento de escape? ¿Es posible
la reconexión con nuestro origen, eso nos salvará? Las respuestas no son
sencillas.
Los dos parecen
hábiles, viven en algún recoveco de un gran bosque, pero el sueño de ese
paraíso al margen del ‘progreso’ no durará mucho más. Son atrapados por El
Estado. Cual animales salvajes en cierto modo. Eres propiedad del Estado. No
puedes apartarte demasiado de él. Muy instructivas las secuencias donde se les
evalúa psicológicamente (con esa punta de interrogatorio criminal tan norteamericana)
y donde a continuación se va construyendo el proceso de ‘readaptación’ como
para que quede claro hasta qué punto vivimos en una trampa, en una ficción
soterrada y siniestra.
Con nitidez,
agudeza e incluso, diría yo, una cierta y magnífica neutralidad, “Sin rastro”
capta nuestra situación actual; la inminencia de la catástrofe. Puedes creer
que la película solo trata de un hombre preso de su pasado, demasiado herido
por una experiencia en una guerra, y que solo soporta la vida apartándose de la
sociedad ‘civilizada’ que produjo su experiencia traumática. Eso no sería poco,
pero creo que hay mucho más. La relación con la naturaleza es un aspecto
profundo, que no se encuentra solo en el discurso verbal explícito sino en el
corazón de las imágenes que veo.
Es nuestra
alienación de la naturaleza la que ha producido la catástrofe ecológica cuyos
amargos frutos cada vez saborearemos más. El intento desesperado de generar
otro tipo de ser humano (en el caso de la película como una respuesta
excéntrica y aislada) es lo que da una dignidad superior a esta película. La
pintura de la sociedad norteamericana como ejemplo máximo del modelo de vida
que puedes matarnos a todos, si parece cruel, lo es solo porque resulta una
pintura exacta.
*Película
proyectada en el XXIII Festival de Lima PUCP