Opinión

Silencio y doble rasero

Lee la columna de Edwin Cavello.

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Manuel Rilo Podestá es catedrático, editor y hasta hace dos días, socio de la Cámara Peruana del Libro. Un personaje que llevaba una doble vida, como en las mejores ficciones: de día actuaba como un ilustrado personaje del circuito cultural de Lima, y de noche, según la División de Investigaciones de Alta Complejidad (DIVIAC) de la Policía Nacional del Perú, se convertía en un proxeneta que se encargaba de captar jovencitas de distintas nacionalidades para prostituirlas en las calles de la capital.

Rilo no sería un improvisado en el bajo mundo de la trata de personas, pues incluso obtuvo un doctorado por su trabajo académico titulado “De brocas y tracas. Nación, homosexualidad, normalidad y travestismo en la literatura y la cultura popular mediática peruana del siglo XX”.

Luego de su captura por haber sido sindicado como cabecilla de una organización criminal que se dedicaba a la trata de personas, los medios de prensa obviaron una información importante: Rilo Podestá era asociado a la Cámara Peruana del Libro (CPL), institución encargada de realizar la Feria Internacional del Libro de Lima. Evento donde participan escritores y editores a nivel nacional e internacional.

Ante las presiones de distintos sectores, donde se le exigía un pronunciamiento a la CPL, luego de cuatro días de conocerse la noticia, el miércoles por la noche la Cámara Peruana del Libro lanzó un comunicado mencionando que: “El Consejo Directivo y la Comisión de Honor han tomado la decisión de suspender indefinidamente todos los derechos y atribuciones que Manuel María Rilo Podestá tenía como asociado, a través de su empresa Amelie E.I.R.L”.

La primera pregunta pertinente es, ¿por qué la CPL demoró tanto en publicar un comunicado referente a un asociado que se encuentra gravemente involucrado en un caso de trata de personas? ¿Acaso se pretendía pasar por alto como lo hicieron con el caso de un editor asociado a la CPL que tuvo cinco denuncias de mujeres por violencia sexual?

Pero la CPL es solo una de las instituciones que pretendió guardar silencio.  También se sabe que una de las socias de Manuel Rilo, con quien hace algunos años abrieron una librería juntos en jirón Quilca, y que actualmente levanta la bandera del feminismo y dice luchar por los derechos de las mujeres, ha mantenido absoluto silencio respecto del tema. Un doble rasero al que están acostumbrados, una falsa prédica con la que conviven. Parece que las feministas que pertenecen a su círculo se han olvidado de ese “hartazgo de ser invisibilizadas y violentadas”. Lamentable, pero la realidad nos muestra el verdadero rostro de estos personajes.

Ante el escándalo del caso de Manuel Rilo, las investigaciones continúan. Será importante conocer la cartera de clientes que la PNP encontró en el celular y agendas del ahora ex socio de la Cámara Peruana del Libro. El silencio de editores y escritores nos dan una señal de algo posiblemente más sórdido a lo que hasta hoy se conoce.

(Publicado en el diario La Razón)

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