Durante años escuche que hacer cine es caro, que hacer cine en el Perú es un lujo, que tienes que ser rico para poder realizar una película, o sacarte la Tinka. Crecí escuchando que era casi imposible contar una historia en movimiento. Pasaron los años y gracias a la tecnología me he dado cuenta que en la actualidad, lo único que necesitas para hacer cine, es ganas de querer contar una historia. El Perú, no es un país con una industria del séptimo arte, es el país de la gastronomía donde se come rico, un país donde se encuentra una de las maravillas del mundo y todo ese discurso mediático que adormece a la gente.
Lamentablemente nuestro cine se parece bastante a nuestro fútbol, está enfermo, tísico, sin aliento ni creatividad, ¿acaso les cobran a los ‘directores’ peruanos por pensar? En el pasado existió el cine mudo, pero en el Perú el cine sigue siendo mudo, tuerto, sordo y prácticamente ha perdido todos los sentidos. Se cuentan con una mano los que hicieron buen cine en el país, uno de ellos fue Luis Figueroa Yábar y el maestro Armando Robles Godoy, que con limitados recursos pero con mucha genialidad, realizaron grandes obras, Robles Godoy un apasionado del cine y la literatura, fue un personaje quijotesco que tuvo un mezquino homenaje, muriendo curiosamente el año pasado, en la semana del festival de cine de Lima.
El clásico formato de 35mm ha permanecido durante años, si con el tiempo llegó el color y el cine silente se convirtió en sonoro, por qué hay tanta resistencia a cambiar de formato. En la actualidad, todos podemos grabar una historia y convertirla en película, usando un celular, una cámara fotográfica o una cámara de video digital, todo está permitido para crear. Si no la tienes te puedes prestar, ¿necesitas locación? recuerda la calle es nuestra, ¿necesitas actores? Comienza con tu familia y luego encontraras a los amigos. Siempre hay un actor o una actriz, y aunque te cueste creerlo, sin ser profesionales en la actuación, muchas veces su trabajo es más creíble, un gran ejemplo es el director argentino Carlos Sorín, que nos deleitó con su película “Historias mínimas” trabajando con personajes de la zona, que no tenían idea de actuar, pero que tenían experiencia de vida, al final el cine se reduce a eso, a la vida misma.
L a movida independiente de diferentes festivales es una gran ventana para mostrar los trabajos, festivales como FENACO en el Cusco o La Noche de los Cortos en Lima, son indicadores de la gran producción audiovisual que se trabaja en diferentes ciudades del Perú, festivales que se arriesgan recibiendo y mostrando historias, en todo tipo de formato. El cortometraje es el primer paso al mundo del cine, y muchas veces me he sorprendido con el trabajo de noveles creadores. Es cierto que en el país no hay una facultad de cine, pero dejemos de quejarnos, ante la ausencia la creatividad se nutre, como lo dicen muchos directores europeos y asiáticos, se aprende hacer cine de dos formas, la primera es mirando cine y la segunda haciendo cine, con la práctica se desarrolla el talento.