Mario Guevara, director de la revista Siete Culebras.
¿Es posible —nos preguntamos— continuar persistiendo en la edición de una revista cultural que por sí misma, no reporta las mismas ganancias que lo hace un periódico de notas rojas o amarillas? Y si a esto sumamos que este trabajo se hace en medio de una pandemia universal con las consecuencias sociales y económicas que acarrea; decimos ¿no será cosa de locos?
Lo curioso es que esta singular aventura conocida entre nosotros como Sieteculebras (nombre de una callecita estrecha y larga como todas las calles quechuas y ubicada en el barrio de artesanos de San Blas) existió desde sus inicios algo bohemios, pues fue concebida en una noche cualquiera de 1991, en el CaféExtra de Cusco, ese rincón a donde convergían poetas, periodistas, turistas, pintores y que sirvió de cuna entre otros proyectos a este de Sieteculebras, cuando nada hacía predecir su surgimiento y menos su larga estadía en una ciudad de provincias, porque ya van siendo 30 años de terca insistencia en aparecer a lo largo del Cápaq Ñam, (una simulación imaginaria) camino que partiendo de Qosqo, la capital mítica del incario, se prolongaba por valles y montañas hacia los cuatro puntos cardinales, o Cuatro Suyos.
Es que Mario Guevara Paredes (Cusco, 1956) guionista, narrador, creador y director de Sieteculebras, revista andina de cultura, ideada inicialmente como una revista local pero después fue tomando vuelo y se proyectó por el área andina; fue su gestor, quizá inspirado en otras ediciones cusqueñas como Qosqo o Tradición, de larga data y nacidas como una forma de afirmar su regionalismo frente al separatismo capitalista que privilegia únicamente lo creado en Lima.
Como autor, Mario alcanzó éxito con sus narraciones, habiendo obtenido diversas distinciones como el primer premio en los Juegos Florales de la UNSAAC-1989, Primer Premio del Concurso Regional de Cuento Narciso Aréstegui convocado por INC de Cusco en 1990, Premio Regional de Cultura 2008, en cuento, convocado por el INC de Cusco, entre otros reconocimientos.
Ha publicado, Cazador de Gringas & otros cuentos (Cusco, 1995; Lima, 1988, 2000,2003, 2014) narración que le sirvió para acuñar el término “brichero” que equivale a decir “vividor de gringas” y sirvió de base a la película Gringa del director ayacuchano César Galindo, residente en Suecia.
Otros títulos son Matar al Negro (Cusco, 2003), Usted, nuestra amante italiana (Lima, 2010), Made in Cusco (Cusco, 2011), Cuentos cortos (Puno, 2015).
Dos en uno
Sieteculebras, se edita dos veces al año, pero por la pandemia, se decidió condensar dos números en uno los 47 y 48. Entre los colaboradores encontramos los nombres de Mario Pantoja, Bethoven Medina Sánchez, Carlos Pantigozo, Jesús Cabel, Nadja Osorio Mendoza (una joven promesa como ensayista), Marianne Leighton, Jorge Terán Morvelli, Ángel Izquierdo Duclós y otros colaboradores entre nacionales e internacionales de reconocida trayectoria.
Así Siete Culebras, ya tiene listo este diciembre su recorrido por el camino del Capaq Ñan, junto a otras revistas del continente como Elice de Ecuador, Frente a frente de México, Araucania de Chile, Contemporáneas y México en la Cultura, Atenea de Chile.
La entrevista que presentamos, es resultado de largas e ilustrativas charlas por teléfono y un conversatorio online con el escritor y editor Mario Guevara Paredes.
¿Es posible continuar editando físicamente ―y no de manera virtual― en una etapa tan compleja como esta?
Sí es posible y una muestra es Sieteculebras. Hace 29 años que llevamos editando la revista, y la pandemia no lo iba a detener. En estas casi tres décadas hemos pasado por pandemias políticas, como la del gobierno de Alberto Fujimori (1990 – 2000), un mafioso de origen japonés que se jactaba no haber leído un solo libro de literatura en su vida, y en 10 años de mandato la cultura fue minimizada en fondos e importancia. Si pasamos esa pandemia, también franquearemos el coronavirus.
En estos 29 años Sieteculebras consiguió los objetivos trazados en su fundación? ¿A cuántos países logró llegar?
La verdad, cuando fundamos Sieteculebras no pensamos llegar a las tres décadas de ininterrumpida labor cultural. El camino no fue fácil, tuvimos muchos escollos, maledicencias y otros. Pero los objetivos que nos trazamos en el primer número se están realizando paulatinamente. Con los años entendimos que si una revista llega a ser referente de una colectividad tiene que tener continuidad a través del tiempo, y lo más importante debe tener identidad propia. Y a los países que hemos llegado es gracias al trabajo de nuestros corresponsales en Latinoamérica y Europa que hacen circular la revista entre amigos y conocidos.
El Cusco ha tenido grandes publicaciones como Kosko, Tradición, la revista del Instituto Americano de Arte, pero esta es la única que sale de Cusco como lo hizo el Boletín Titicaca en los últimos años de 1920. ¿No sientes que el compromiso es muy fuerte? ¿Han podido responder a ese reto?
Sabemos de la trascendencia de las revistas que mencionas, es por eso que escribimos ―hace 29 años― en el primer editorial de la revista: «Nacemos cumpliendo un viejo anhelo: difundir cultura en este Cusco empequeñecido por su gran pasado. Queremos salir de esa modorra enfermiza que enclaustra a los trabajadores del Arte al no tener un vehículo de expresión que permita comunicarnos libremente con el pueblo. Somos conscientes de la responsabilidad que entraña la conducción de Sieteculebras, pero la asumimos en aras de fortalecer la Cultura Andina. Un trabajo consecuente y lúcido nos abrirá el camino ya horadado de otras revistas que nos antecedieron». Como ves, en este fragmento del editorial, somos continuadores de esas revistas peruanas que nos antecedieron. Es por eso nuestra persistencia en el tiempo, mejorando la calidad de la revista, no solo en la presentación sino en los textos que publicamos. Asimismo, del trabajo visual y estético que acompaña cada número de Sieteculebras.
Treinta años de ediciones coinciden con el bicentenario. ¿Qué perspectivas se pueden ver desde esa óptica? ¿Habrá un nuevo amanecer para las ediciones? ¿Crees que el Ministerio de Cultura, se ocupe de apoyar con dinero y difusión a las pocas que aún circulan?
Los treinta años de la revista coincidí con el Bicentenario de la Independencia del Perú, y no sé lo que el Ministerio de Cultura esté programando para conmemorar dichas efemérides. Lo único que yo sé es que debo publicar un número especial para festejar las tres décadas de la revista, y que no es poca si uno ve cuantas revistas en Latinoamérica han pasado la barrera de los treinta años. Volviendo al Ministerio de Cultura, te diré que adolece de una política editorial en torno a las revistas culturales desde que fue fundada el 2010. Entonces, que podemos pedir a una institución que no nos representa.
En cada número tomaste a un personaje especial. Así en este que reúne a las dos ediciones anuales (47 y 48) elegiste a la poeta chilena Elvira Hernández. ¿Existe una condición especial para esta selección?
Cada número de la revista se va formando con los textos que envían nuestros corresponsales. Asimismo, invitamos a destacados investigadores de la Literatura Peruana y Latinoamérica para que colaboren en la revista. En esta oportunidad nos llegó el trabajo de Marianne Leighton; doctora en literatura (UC) sobre la destacada poeta chilena Elvira Hernández y sus pájaros anticipatorios.
¿Qué significa ser una de las pocas revistas culturales en la región andina? ¿A qué crees que se debe la ausencia de otras? ¿La falta de apoyo de parte de las entidades correspondientes, como esta vez, por motivo de la pandemia decidieron hacerlo por una única vez?
Significa una responsabilidad con nosotros mismos y con los demás para que la revista se mantenga en el tiempo. Sabemos que la tarea no será fácil pero nos gustan los retos, y si son culturales mucho mejor. Ahora, nuestra meta es llegar a los cuarenta años de circulación ininterrumpida de la revista; ojalá que lo consigamos. Ahora bien, la ausencia de revistas culturales no solo en la región andina, costeña y selvática se debe al desinterés del Estado en apoyar, promover y difundir este tipo de publicaciones. Las pocas que existen tienen que hacer un sinnúmero de malabares para conseguir dinero y editar sus propias revistas.
Cómo responden los intelectuales, poetas, escritores a las invitaciones de Sieteculebras? ¿Hay voces nuevas que se están dando a conocer? ¿Quiénes son?
Lo reciben con mucho entusiasmo y delectación. Saben que están publicando en una de las revistas independientes más longevas de Perú y que todavía está en plena actividad. En esta época, con el avance de la tecnología es fácil publicar en revistas virtuales y pecaría de vanidoso decir sobre las nuevas voces en el firmamento de la literatura peruana. Solo te diré dos ejemplos de poetas Latinoamericanos que publicaron en la revista ―en los noventa― cuando todavía no tenían libros editados y ahora son referentes de la poesía en sus respectivos países. Estoy hablando de Miguel Ildefonso de Perú y Jorge Campero de Bolivia.