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HASTA SIEMPRE, MIGUEL GUTIÉRREZ, GRAN MAESTRO, VIEJO AMIGO Y ESCRITOR DEL PUEBLO

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Foto: Walter Villanueva Azaña,

Hasta siempre, Miguel Gutiérrez, gran maestro, amigo y escritor del pueblo, siempre luchando a la contra, aún en los momentos más difíciles de la guerra interna que se llevó a su esposa y a su hijo y que le trajo una persecución y una marginación de la que no se pudo librar nunca; o cuando su estado de salud se agravó y tuvo que tropezar con ese molino de carne que es el seguro social y los hospitales en el Perú, ahí mismo donde lo visitamos en la av. Grau para darle todo nuestro apoyo y nuestra solidaridad, o en su hogar donde escribía por las noches y cuidaba a su gato y le compraba juguetes casi como si fuera un niño.

Coincidimos en varias presentaciones y siempre apuntaba a la crítica y a la polémica. Siempre fue un honor compartir, discrepar, aprender de las fuentes y seguir pensando que la literatura es el paraíso o el erebo. No hay otra opción. Alguna vez pasamos toda una tarde en Lurín hablando de filias y parafilias y de lo mezquinos que pueden ser los críticos literarios en el Perú. No obstante, su legado quedará para las futuras generaciones. Ahí están El Viejo Saurio se retira, Hombres de Caminos, La generación del 50: Un mundo dividido, La Destrucción del Reino, Poderes Secretos, La Violencia del Tiempo, El mundo sin Xóchitl, Confesiones de Tamara Fiol, etc. Ahora solo nos queda un enorme vacío y una gran tristeza.

Mi más sentido pésame a su compañera Mendis, a su familia, a los amigos Julián Pérez, Walter Villanueva y al escritor Rafael Inocente quien siempre estaba con él y lo visitaba con puntual frecuencia casi como un hijo. Fue él quien alguna vez me lo presentó y salimos a pasear y a caminar por cafetines cercanos, y empezamos a tener una amistad bastante extraña y llena de contrapuntos sobre todo en cuestiones de modernidad, la internet, la tecnología, la astronomía o las mancias. Recuerdo cuando una vez nos encontramos donde un acupunturista conocido donde se atendía José Watanabe y otros escritores, y, dudoso, me preguntó si podíamos confiar en la medicina china y le dije que sí y entró al consultorio.

Curiosamente, hace un par de días, Rafael Inocente habló con él para un reportaje de homenaje a Oswaldo Reynoso, y Miguel le preguntó por este servidor y le dijo que siguiéramos escribiendo. Esa fue su despedida. Ya no hay más que decir. Nos estamos quedando sin maestros, pero la antorcha sigue encendida.

Gloria y eternidad a Miguel Gutiérrez!!!

Gloria y eternidad al Grupo Narración!!!

 

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