Opinión

Si cambian las personas, cambia el mundo

En la historia de la humanidad siempre hubo hombres malos.

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¿Existe el bien y el mal? Primero partamos del principio de la dualidad que asocia a dos tipos de entidades con significados opuestos, como la guerra y la paz, el blanco y negro, el par e impar, Dios y el Diablo, el día y la noche, luz y oscuridad. Y así citaríamos inacabables ejemplos de dualidad. Para los metafísicos el ‘bien’ es objetivo, real y supremo. A diferencia de los que le dan una categoría subjetiva, al afirmar que el ‘bien’ únicamente se puede conseguir ejerciendo acciones buenas.

Entre tanto, el ‘mal’ se puede manifestar en un aspecto natural y geográfico. Las catástrofes de la naturaleza pueden tener un impacto negativo que se traduce en mal. Sin embargo, existe un mal de tipo moral. Esta categoría la ostentan las personas que, gozando de su libre albedrío, se dedican a hacer el mal y causan daño y sufrimiento. Sin bien esto es inevitable, también podemos hacer algo; si tan solo empezáramos con nosotros mismos, obrando con bien.

Para algunos científicos que se basan en las leyes de la física, no existen ni el bien, ni el mal, ni la moral. Y habitualmente cuestionan que, si Dios existe, ¿Entonces por qué permite el mal y el sufrimiento de la gente? pero, para los que tienen un enfoque filosófico con influencia aristotélica, quienes ejerzan actos éticos lograrán la felicidad a través de la autorrealización. Sin embargo, para los habitantes con enfoque materialista, esa felicidad consiste en el bienestar propio, psicológico y físico.

Más allá del ‘determinismo’ y de la ‘simulación’, los seres humanos tenemos la libertad de elegir qué camino seguir y qué acciones realizar. Si bien, durante la historia siempre hubo hombres malos, entre ellos reyes, tiranos y dictadores, actualmente no vivimos la excepción y somos testigos de males como la corrupción y el crimen, pero estas lacras sociales no emergen solas y subsisten gracias a la mano y acción del hombre, cuya naturaleza es antiética y antinormativa. Pero al mismo tiempo tenemos el menester de reflexionar, y en lugar de pedir un cambio en el mundo… ese cambio debe partir de nosotros mismos. Nada está perdido, podemos ser mejores y siempre debemos procurar actuar con virtud, compasión y fraternidad, porque solo de esa manera lograremos un mundo mejor.

(Columna publicada en Diario UNO)

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