Por Jorge Paredes Terry
En un llamado vehemente y lleno de determinación, los mineros artesanales de Perú se preparan para tomar las calles los días 11, 12, 13 y 14 de noviembre, en una movilización nacional sin precedentes, coincidiendo con los días que nuestro país se prepara para recibir a mas de 50 mandatarios de las principales economías del mundo y miles de representantes de grandes corporaciones mundiales.
El grito de indignación y llamado a la lucha, nace desde lo más profundo de nuestra patria, exigen la ampliación urgente del proceso de formalización, una medida vital para la supervivencia de cuatro millones de peruanos que dependen de este sector.
No se trata de una simple petición; es una advertencia clara y contundente a Dina Boluarte, al Congreso y a la Sociedad Nacional de Minería y Petróleo. Si no se logra la ampliación del REINFO, el impacto será devastador, no solo para las familias que dependen de esta actividad, sino para la economía del país en su conjunto.
Cuatro millones de peruanos ven peligrar su sustento, mientras el gobierno se mantiene en un silencio cómplice con la gran oligarquía limeña y las grandes corporaciones mineras.
Pero hay más en juego. La consigna de los mineros es clara: sin una respuesta positiva, no habrá reunión de APEC en Lima. Los ojos del mundo estarán puestos en el Perú, y la ausencia de seguridad y estabilidad podría significar la cancelación de un evento crucial que reúne a mandatarios de diversas partes del mundo. Una situación que la clase política desprestigiada y corrupta, sin legitimación popular con solo el 4% de aprobación, no pueden darse el lujo de ignorar.
La movilización de los mineros es un grito desesperado por justicia y reconocimiento. La formalización no es solo un derecho, es una necesidad imperiosa para garantizar la dignidad y el futuro de millones de peruanos.
Nuestros gobernantes deben recordar que la estabilidad de la nación depende de decisiones justas y valientes. Si no hay ampliación, que quede claro: no habrá APEC en Lima. Es momento de actuar con decisión y apoyar a quienes sostienen gran parte de nuestra economía con su trabajo diario.
Esta movilización no es solo de los mineros, es de todos los peruanos que anhelan un futuro más justo y equitativo. Porque cuando un sector tan vital lucha por su existencia, toda la nación debe responder con solidaridad y fuerza.
¡Nos vemos en las calles!
