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Shimabukuro: la DINI en Palacio de Gobierno

Lee la columna de Edwin Cavello Limas.

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Foto:: La República.

Con la llegada de Pedro Castillo a la presidencia, Palacio de Gobierno se vio invadido de personajes impresentables y oscuros. Desde la segunda vuelta de las elecciones presidenciales uno de estos personajes asomó con mayor presencia en el entorno chotano gracias a sus aportes económicos. Su nombre es Henry Shimabukuro, un asesor en la sombra que no tiene contrato formal en Palacio, pero hace el papel de enlace e informante. Shimabukuro coordina temas de inteligencia y comunicación directamente con José Fernández Latorre, actual director de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI).

Lo sorprendente es que este señor también coordina con el subsecretario general Beder Camacho, con ministros del gabinete y con el propio presidente Pedro Castillo. Lo curioso es que Shimabukuro en el pasado apoyó la candidatura de Keiko Fujimori y también es recordado porque construyó el almacén de la empresa Alinsa, en Villa El Salvador, el otro depósito industrial de los hermanos Fujimori.

A pesar de eso, este año el presidente Castillo no tuvo mejor idea que aceptar abrir una especie de sucursal de la DINI en el despacho presidencial, oficina que es utilizada por Henry Shimabukuro, el hombre de confianza del presidente que no registra sus ingresos a Palacio de Gobierno. Una especia de asesor en la oscuridad que engríen incluso con un pase vehicular que figura en el parabrisas del auto de placa BAU-158 propiedad de la empresa Kuroshima Ingeniería y Construcción EIRL, del cual Shimabukuro es gerente.

Fuentes palaciegas mencionan que, desde la segunda vuelta, avanzó paso a paso ganándose la confianza del mandatario. Fue así que su permanecía en Palacio de Gobierno hoy es avalada por Castillo Terrones. Aquí la falta de transparencia es más que evidente ¿Por qué a Shimabukuro no se le registra sus últimos ingresos a Palacio? ¿Qué pretende ocultar el presidente Castillo? ¿Qué negocios hay detrás de esta relación clandestina? Son solo algunas preguntas que hasta el día de hoy no han sido respondidas.

Tema aparte es la absurda idea de la inmovilización del 05 de abril, idea que fue propuesta por el propio Shimabukuro y Fernández de la DINI, basándose en unos supuestos informes de inteligencia. Al final esto resultó ser la patinada del año del presidente Pedro Castillo, que nuevamente nos mostró que su gestión se basa en el azar, y que continúa rodeándose de gente improvisada que lo único que busca es hacer negocios personales.

El peligroso empoderamiento de Shimabukuro es resultado de un arduo trabajo que inició como financista, luego se convirtió en datero; continúo como experto en manejo de crisis y terminó en Palacio convertido en un falso gurú de temas de inteligencia, una especie de Vladimiro Montesinos que le habla al oído a un improvisado profesor que cree todo lo que le dicen.  El problema de todo esto es que el país paga las consecuencias de las malas decisiones del presidente. Hoy, las protestas son el principio del fin de un mandatario que se encuentra al borde del abismo.

(Columna publicada en el diario La Razón)

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