En el caso de Vertov, lo que él filma en las calles es la vida de la ciudad, pero es una ciudad que se propone como una gran maquinaria donde el hombre y su herramienta construyen un futuro y donde se hace una especie de canto lírico a este trabajo, a esta relación, a esta esencia del ser humano como trabajo, con su herramienta que incluso puede ser el deportista, el futbolista con la pelota, todos los tipos de labores que acontecen en la ciudad. Pero Mario propone otra cosa… Si la película de Vertov es una película que apuesta por una fuerza de una nueva sociedad donde el hombre y la herramienta construyen una especie de futurismo, lo que Mario nos da es otra cosa. Mario nos da, por lo que he podido ver, al menos en esta primera visión de la película… Es una película tristísima… es una película que entristece pero a la vez es una película que da una belleza, una gran belleza en medio de esta tragedia o tristeza que es la ciudad de Lima.
Porque creo que
lo que da Mario, en este trabajo de vidente, que me hace recordar a José María
Eguren, también, no solo a Vertov, porque Eguren hacía sus pequeñas fotografías
con una camarita artesanal que se la prendía con una pitilla, se la colgaba en
el cuello y caminando por Lima tomaba pequeñas vistas con su camarita que él
mismo hacía. Es un poco lo que hace Mario, el caminante que va tomando
vistas… pero construye una lógica, la película tiene una lógica, no es ir y
tomar fotos así nomás, eso lo hace cualquiera, eso está en youtube; esto es un
poema, un poema muy bello y muy duro, para mí; también trágico, donde lo que yo
veo es una especie de aprisionamiento.
Los seres humanos
están aprisionados por cajas de cristal, están, duermen en cajeros automáticos
y estas cajas de cristal no necesariamente son los cajeros automáticos o las vitrinas
de las tiendas, donde a veces vemos un maniquí que es un ser humano porque a
veces realmente los seres humanos tienen una especie de proyección en estos
maniquíes aprisionados, sino también la prisión a veces es una pared de
automóviles y esa prisión a veces no es al de un ser humano sino es la de un
conejo, un animal, un gato, un perro;
hay esa vista bellísima de un conejo que está dando saltos en una vitrina que
se exhibe como un objeto a vender y en el reflejo se pueden ver los automóviles
que pasan… Y toda la película crea esa imagen. Es una gran imagen poética que
da la ciudad.
O esta estatua…
hombre estatua, ¿no? Cuando yo hablaba de este maniquí como una proyección del
ser humano esto también acontece con el hombre estatua, y aparece esta señora
que lo toca como para ver si está vivo o no está vivo. Entonces cuando yo digo
que es una película muy triste también me refiero a esa tristeza inherente a
ese aprisionamiento en el que viven los seres humanos en esta ciudad, donde hay
este horror de la soledad y donde todo es una mercancía pero también hay una
gran belleza porque Mario hace como una acuarela, de colores encendidos,
bellísimos; por ejemplo cuando aparece esta laguna con estos peces, con este
verde encendido, es como que hay una belleza detrás del horror; o cuando hay
esta vista de un cometa que surca el cielo en el fondo.
Entonces es como
que detrás de esta prisión hay una vida bella, hay un fulgor, hay una libertad
que está detrás de este encierro, que es Lima, Lima la horrible, y bueno
pensaba y decía Lima la horrible está ahí. Con esa belleza violenta, con esa belleza
de la violencia que es Lima, que es una violencia contenida, o sea hay algo
vallejiano ahí también. Hay una violencia muda de Ribeyro, de Arguedas… Una
Lima andinizada, es una Lima andina, chola, pero a la vez esa Lima donde está
toda la comida de la señora que vende la comida en la calle, tirada en esa
pista y a la vez el capitalismo con su miseria, sembrando miseria. Y por eso me
parece fantástica la última imagen con este ciego mendigo al lado de ese
edificio monstruoso, horroroso que es el Banco Interbank, ese ciego, caminando,
pidiendo unas monedas… Creo que esta es realmente una película muy muy hermosa,
bella, y a la vez terrible, y muy lograda, y hecha con cero soles, sin un sol,
y yo creo que hay que celebrar ese triunfo.
Transcripción hasta el minuto 6:30. Si quieres ver y oír el resto del conversatorio: