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Se cumplen 25 años de película “La vida es bella” [VIDEO]

Obra maestra del sétimo arte nos muestra el amor incondicional de un padre hacia su hijo.

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“Esta es una historia sencilla, pero no fácil de contarla. Como en una fábula, hay dolor, y como una fábula, está llena de maravillas y felicidad”, así comienza una película que hace poco acaba de cumplir 25 años desde su estreno, en el cada vez más añorado 1997.

Los primeros años de un niño generalmente marcan su vida como adulto, desde el saludo inicial, la postura al caminar, si es erguida por la seguridad o con la cabeza gacha por la timidez, hasta la forma en que enfrenta las adversidades, claro está, sin dejar todo ese tiempo lo que en esencia es: un niño.

Y como tal ve el mundo con ojos distintos a los de un hombre o mujer con varios calendarios deshojados, con fronteras invisibles que poco a poco va atravesando, a veces tomado de la mano de sus padres, otras veces solo, jugando, riendo o llorando, ante él, el mundo se va descubriendo como un gran libro abierto que anhela ser leído.

Esa inocencia infantil muchos padres y madres (me encantaría decir todos) desean que nunca termine, allanándoles el camino lo más posible para que no sufran como ellos lo hicieron, pues saben que la vida en sí, en algún momento determinado de nuestro paso por este enorme globo azul, será más adelante todo cuesta arriba.

FUENTE: MIRAMAX.

La película italiana “La vida es bella” (La vita è bella -1997) se convierte en una confesión sincera de lo que el personaje Guido, interpretado por el actor Roberto Benigni, puede hacer por mantener intacta la ilusión de su menor hijo Giosué (Giorgio Cantarini), en un contexto de la historia de la humanidad que no podría ser más desesperanzador, justo a inicio de la Segunda Guerra Mundial en su natal Italia.

Tanto él, como Guido y su esposa Dora (Nicoletta Braschi) fueron enviados por los nazis a un campo de concentración para judíos, teniendo que padecer vejámenes y burlas por el solo hecho de su dogma. Desvestidos de todo orgullo e identidad, ambos padres son enviados a diferentes edificios para pasar largas temporadas de trabajos forzosos e inhumanos. En el medio de la historia, el pequeño Giosué es convencido por su padre que todo esto se trataba de unas vacaciones familiares y que, de completarse todas las tareas, el gran premio sería un tanque de verdad.

Luego de una jornada extenuante, Guido le indica a su hijo cuántos puntos les faltan para alcanzar el gran premio. Foto: Miramax.

La historia terminaría en una tragedia más si no fuera por la forma en que Guido decidió contarla a su hijo. En vez de lágrimas le mostraba una sonrisa, en vez de dolor le entregaba un abrazo, en vez de represión le enseñaba el camino a la liberación, todo eso sin mediar palabras, pues los gestos son un idioma universal que hasta los más pequeños pueden entender.

Esta película, aunque hayan pasado 25 años ya, se muestra tan vigente pues es la historia de millones de padres de todo el mundo, que lo dejan todo por darles un poco de alegría a sus hijos, desde un pedazo de pan hasta la vida misma. A verla este fin de semana.

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