Escribe Carlos Vargas
Alfredo Torres, analista de la patronal, señaló hace dos semanas atrás:
“Vizcarra ha ganado tiempo en el supuesto de que el Congreso dé pase al referéndum […] pero a partir de enero la gente volverá poner los ojos sobre Vizcarra. Entonces, ya no puede seguir echándole la culpa al Congreso. Es una victoria de corto plazo […] Felizmente, Vizcarra apareció con un discurso de cambio y enfrentamiento a la corrupción con cierta credibilidad. Si no hubiera surgido él hoy estaríamos (con las voces) de que se vayan todos. […] El hartazgo se convertiría en manifestaciones más violentas, probablemente encabezadas por la extrema izquierda. Y eso lo deberían de tener en cuenta algunos empresarios a los que no les gusta Vizcarra”[i].
Otro analista de la burguesía, Arturo Maldonado, también señala que Vizcarra tendría “popularidad” solo hasta el referéndum de diciembre[ii]. Y es que Vizcarra solo ha ganado tiempo, no puede engañarnos por siempre con el cuento de que es un empresario honesto que lucha contra la corrupción. Sin embargo, tenemos que reconocer que Vizcarra ha aprendido de los errores de PPK y viene realizando una serie de maniobras astutas para imponer su engaño, maniobras que han tenido el apoyo de la prensa burguesa, de los partidos “progresistas” y hasta de los dirigentes sindicales.
En primer lugar, el destape de los audios del poder judicial a manos del ex asesor de Toledo, Gustavo Gorriti, fue servido en bandeja para el gobierno de Vizcarra, que heredaba el escándalo de Odebrecht y sus propios negociados (como el caso Chinchero). Aquí surge la primera gran maniobra de Vizcarra: convocar un referéndum para aprobar “cuatro reformas contra la corrupción”. Una gran maniobra y también una gran mentira. Como ya hemos demostrado, ninguna de estas reformas cambia nada, solo el nombre de algunas instituciones podridas del Estado burgués.
El “Consejo Nacional de la Magistratura”, ahora se llamará “Junta Nacional de Justicia”. La reforma del financiamiento electoral es otro fraude que no impedirá la recepción de fondos mafiosos. La reelección de congresistas se hará de todas formas por otra vía, y suponiendo que no fuera así, los fujimoristas renovarán su bancada con nuevos rostros, nada más. La división del congreso según la edad (“bicameralidad”) clasificará a los congresistas en corruptos jóvenes (“diputados”) y corruptos viejos (“senadores”).
Estas cuatro reformas fraudulentas han sido votadas en el congreso por unanimidad o por mayoría, con el apoyo del fujimorismo, del partido de gobierno y del mismo presidente Vizcarra. Sin embargo, esta unidad política entre el gobierno y el congreso afecta la imagen de Vizcarra como “mal menor” frente al fujimorismo. De aquí nace la necesidad de la segunda gran maniobra de Vizcarra: el mismo día en que el fujimorismo termina de respaldar sus reformas un juez revoca el indulto a su jefe Alberto Fujimori.
Y ese mismo día, Vizcarra sale a declarar que así como “respetó” el indultó hecho por PPK cuando era su vicepresidente, de la misma forma “respeta” hoy la decisión del poder judicial y también “respetará” la decisión del congreso si en el futuro aprueba la excarcelación de mayores de 80 años, un proyecto de ley hecho a la medida del ex dictador[iii]. Como Poncio Pilatos, Vizcarra se lava las manos, pero lo cierto es que gracias a esta maniobra se ha desviado la atención de su unidad política con el fujimorismo y del pacto de impunidad que garantiza que sus amigos de Graña y Montero sigan libres y que él mismo no sea investigado.
Ese mismo día, también sucede que el pleno del congreso decide incluir al juez Hinostroza en la mafia de los “Cuellos Blancos”, contradiciendo la decisión previa de la comisión parlamentaria que revisó el caso. Esta concesión, que no garantiza nada tampoco, favorece sin embargo la imagen del gobierno de Vizcarra. Pero esto tampoco es suficiente: un referéndum aprobado por los fujimoristas sigue perjudicando su rol de “mal menor”[iv]. De aquí nace la necesidad de la tercera maniobra de Vizcarra: llamar a votar contra su propia reforma por la bicameralidad.
Solo días atrás Vizcarra manifestó su plena conformidad con todas las reformas pero ahora recién se da cuenta que el fujimorismo ha “desnaturalizado” su reforma por la bicameralidad, al modificar de paso la opción de cierre del congreso (por medio de la “cuestión de confianza”), opción que en su forma actual fue impuesta por Fujimori en su constitución de 1993 aún vigente. Con la “cuestión de confianza” simplificada, la dictadura de Fujimori buscaba darle más poder al presidente de la república sobre el congreso, es decir, buscaba legalizar la manera en la que se había efectuado el golpe militar yanqui-montesinista de 1992: como una orden presidencial de cierre del congreso.
Y esta “cuestión de confianza” golpista, que ex fujimoristas como Rosa María Palacios presentan como un mecanismo del “equilibrio de poderes”, es la que Vizcarra está pidiendo defender en el referéndum contra la modificación aprobada por su propia bancada. Con esta nueva maniobra Vizcarra vuelve a pintarse como un gobierno “opuesto” al fujimorismo y la corrupción con el apoyo no solo de la prensa capitalista sino también de la burocracia sindical traidora de la CGTP. Y aprovechando este “baño de popularidad”, Vizcarra no solo ha permitido la liberación de Graña y Montero sino también ha lanzado un paquetazo de leyes contra los trabajadores del sector público y privado.
[i] https://gestion.pe/peru/politica/alfredo-torres-partir-enero-vizcarra-podra-seguir-echandole-culpa-congreso-245353
[ii] https://larepublica.pe/politica/1325819-decae-aprobacion-gobierno-vizcarra-sectores-sociales
[iii] https://www.facebook.com/noticias.tvperu/videos/695335127510466/
[iv] https://zonaobrera.wordpress.com/2018/09/18/el-fraude-del-mal-menor-del-indulto-a-fujimori-a-la-liberacion-de-los-socios-de-odebrecht/