Cultura

Santiago Merino, la poesía y la ciudad como elemento deshumanizador

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En esta puta ciudad todo se incendia y se va
Matan a pobres corazones
En esta sucia ciudad no hay que seguir ni parar
Ciudad de locos corazones

Fito Páez

Con “Trilce” Vallejo demuestra que los prejuicios que se tiene respecto a la dificultad de escribir obras universales en zonas periféricas son nimiedades. El poeta santiaguino desafía las convenciones y construye o consolida dos aspectos: la tradición literaria y el espíritu de reivindicación hacia la figura del escritor, quien debe saber sobreponerse a la indiferencia de sus coetáneos y las dificultades sociales que puede tener.

Desde una perspectiva nacional, la aparición de Vallejo marca un antes y un después en nuestra historia nacional (hay que tener en cuenta que antes de él habían otros grandes escritores que construyeron otras sendas poéticas, José María Eguren es un claro ejemplo), pero desde una local, especialmente teniendo como referencia la ciudad de Trujillo (lugar donde escribió la mayoría de poemas que forman parte de “Trilce”), representa una tremenda irrupción poética en un contexto geográfico donde no había mayores referentes. Ahora, esto debió servir como gran paradigma para que los poetas trujillanos busquen un carácter de trascendencia. Sin embargo, con el devenir de las décadas pareciera que estos han perdido la brújula.

Ahora, con el hecho de mencionar que no se haya vuelto a escribir una obra maestra en Trujillo, no pretendo menospreciar a los autores que han ido apareciendo y que, por cierto, son importantes en nuestra tradición poética local y, en algunos casos, nacional.  Uno de ellos es Santiago Merino, autor sumido en el silencio y en el hermetismo. Es curioso que algunos buenos poetas trujillanos no se hayan animado a publicar por cuenta propia, sino que hayan sido otras circunstancias las que llevaran su obra al público. Es el caso de Merino, por supuesto, ya que, si su poemario “Tricéfalo” no hubiera sido publicada en 1992, en la colección homenaje al centenario de César Vallejo fomentada por la Municipalidad Provincial de Trujillo, posiblemente seguiría estando inédita como gran parte de su producción literaria. Además, hay que tener en cuenta que la fecha de publicación difiere con la de la creación de estos poemas, ya que se pueden ubicar en la década de los setentas.

¿Pero quién es este poeta que pese haber obtenido una mención honrosa en cuento en el certamen Casa de las Américas (Cuba), ganar el Premio Nacional Ciro Alegría, ocupar el tercer puesto en el concurso de las Mil Palabras, el primer puesto en el Copé de cuento en el 2016, entre otros importantes premios más, está enclaustrado en la indiferencia y en la oscuridad? Lo poco que se sabe de él es que es fundador del grupo Continente y del Frente de Escritores de La Libertad, y que sigue leyendo y escribiendo con valentía, fervor y agallas a sus setenta y seis años a pesar de que fue diagnosticado con cáncer en tercera etapa (algo ya superado), sufrir la extirpación de un riñón y tener fibrosis pulmonar. En lo que respecta a narrativa hay que señalar que ha publicado la novela “Los otros ojos del mar”.

En estas últimas semanas Amós León y su editorial independiente trujillana “Paloma ajena” (lo pueden ubicar en el siguiente link: https://www.facebook.com/paedits/?ref=br_rs) ha venido realizando algunos conversatorios sobre autores locales importantes de la región, como es el caso de Santiago Merino, Carlos Tataje, Tomás Ruiz Cruzado, entre otros. Acción importantísima que ayudar a fomentar la crítica literaria en una ciudad donde ha tenido poco desarrollo en ese aspecto.

El objetivo de este texto radica en analizar los rasgos poéticos de “Tricéfalo” de Santiago Merino”, que como ya se ha mencionado, podemos ubicarlo en la década de los setentas, pese a ser publicado a inicios de los noventas.

Este dato es clave para acercarnos a la esencia de su poética, ya que inicialmente vamos a delimitarla a partir de las situaciones sociales producidas en ese contexto temporal para así poder tener una visión más amplia del poemario.

César Vallejo.

Según la periodización de la literatura peruana que elabora García-Bedoya, podríamos ubicar a “Tricéfalo” en lo que se conoce como el “Periodo de la crisis oligárquica”. Entre los datos sociales más importantes de este periodo se pueden señalar las siguientes:

  • La emergencia de las clases medias y de una nueva burguesía que intenta una remodelación y modernización del estado.
  • La incrementada presencia de capitales norteamericanos.
  • La transformación del rostro del Perú por el apiñamiento de masas pauperizadas en las ciudades costeñas.

Desde un plano más universal, podíamos ubicarla en “La edad del derrumbamiento” (1973-1991) según Hobsbawm, ya que se pierde el rumbo y se desliza la inestabilidad y la crisis. Este derrumbamiento trajo consecuencias fatales para la población de clase media-baja mundial: la flexibilización de trabajo, el desempleo, la explotación física y psicológica del proletario, el centralismo exacerbado de las urbes, y el deterioro moral y económico de los pueblos que viven asfixiados por los tentáculos del capitalismo.

Las referencias de estos dos autores son muy importantes, ya que los datos históricos-sociales que proponen se van a reflejar el espacio físico central del poemario -la ciudad- y las consecuencias de su modernidad en la identidad del sujeto.

La ciudad es una figura recurrente en la poesía del siglo XX, teniendo como dos precursores a: Charles Baudelaire y a Walt Whitman. Estos poetas tienen perspectivas distintas, el primero expresa una visión pesimista, degradadora y corrosiva (“¡Ciudad hormigueante! ¡Ciudad llena de sueños donde el espectro a pleno día atrapa al que pasa!”). El segundo lo hace con una visión positiva, sentimental y solidaria (“He pertenecido yo a una multitud viviente como cualquiera de vosotros pertenece a una multitud viviente/ he amado mucho a estas ciudades”).

Walt Whitman.

En la tradición de la poesía peruana, la perspectiva que han tenido los autores apunta a lo expuesto por el autor de “Las flores del mal”, tal como lo mencionan Fernando Chueca, José Guich y López Degregori en el libro “La comarca oscura, Lima en la poesía peruana”: “En el caso de la poesía peruana y los autores que revisaremos y sin ignorar su identidad urbana predomina el diálogo crítico y conflictivo. Los poetas elegidos, muestran desde diferentes perspectivas y modulaciones, una relación hostil con la ciudad. Ella puede ostentar chispazos de belleza sorprendente, pero es sobre todo es monstruosa, infernal e inhumana”.

Además, añaden que a los poetas de la segunda mitad del siglo XX les resulta difícil dejar constancia clara del nuevo rostro de la ciudad, marcado por los recientes procesos de modernización y el ritmo veloz de la vida, limitándose a transmitir la confusión o el desconcierto mediante imágenes que reflejan el desorden y la hostilidad.

La imagen de la ciudad que toman estos críticos para analizar la poética de distintos autores como Pablo Guevara, Antonio Cisneros, Jorge Pimentel, Cesáreo Martinez, Monserrat Álvarez, entre otros más,  se puede asemejar a la que toma Santiago Merino en la construcción de su discurso en “Tricéfalo”, ya que una de las características que se puede inferir del poemario es la corrosión en la identidad del sujeto debido al proceso de modernización que sufre la ciudad, en este caso se trataría de Trujillo, tal como lo menciona en uno de sus versos. Este rasgo va a influenciar a lo largo de todo el poemario, lo cual se va a ir demostrando en este análisis.

El libro se estructura en tres partes: primer libro (Cartas a Trim – Los poemas), segundo libro (Laberíntico) y tercer libro (Poemas a Cirse).

Como ya se ha mencionado, en la primera parte se presenta una visión de la ciudad como elemento deshumanizador, un rasgo que va a condicionar la conducta del yo lírico en los demás poemas, ocasionando un desdoblamiento de la personalidad y la búsqueda de una estética que podría denominarse como la de “la ensoñación”.

El elemento deshumanizador y de la corrosión de la identidad se va a ver reflejado en la relación del yo lírico con la ciudad, quien es presentada mediante dos formas: una bestia y un laberinto (subtítulo de la segunda parte).

El primer verso del poemario delimita el espacio físico: “De la ciudad/ Aquí/ donde se reúnen equitativamente/ la comedia cotidiana/ y los cambios de aire/ Donde es lógico y preciso sacar la cabeza por el ojo de una aguja”.

El yo lírico critica al espacio urbano mediante la ironía y el sarcasmo, además añade rasgos fantásticos como un elemento crítico y confrontacional.

En los siguientes versos presenta a la ciudad como una bestia que deteriora y hiere al destinatario “Trim” (alter ego poético), quien yace atrapado en una situación angustiante:

“Ciudad inmensa y húmeda/ sus entrañas deformes/ emergen a tu costado/ formando un ajeno y unánime rostro/ Dentro de él/ te mueves con la necesidad terrible/ de iniciar la comedia cada día”.

Otros versos donde se presenta la perspectiva negativa, hiriente, asfixiante y corrosiva de la ciudad, en algunos haciendo alusión a la deshumanización que puede producir el trabajo, son los siguientes:

“Sombras y piernas se unen a la calle/ que conduce a otra calle como un laberinto”.

“Afuera los oscuros habitantes de Trujillo/ se encaminan pausadamente al trabajo”.

“Si por un rato fuera posible/ soportar el aire denso/ de la densa oficina o/ las turbias caras de los turbios vecinos/ o los acertijos de cada recodo de la ciudad”.

“Decir, todo aquí se rompe y/ hallar la fórmula del laberinto/ óptima manera de aquietarse/ cuando el juego se ha perdido”.

“La calle se abre de pronto/ como una roja boca/ de torturas o caricias ávida/ y ávida de los viejos marinos/ que se bambolean hacia ella./ Nave, túnel o pájaro esa boca/ fingirse quiere a pesar/ de su flácida lengua y/ sus cuarentaiochos dientes/ alineados en le frontera”.

“Oh, laberíntico ico prosódico/ oh, añeja desazón de los doce/ clavos de acero/ clavados en el costado del hombre ya clavado/ Oh tela de araña”.

Esta descripción que se tiene de la ciudad es producida por una etapa de modernización y de un “progreso” del sistema económico ¿neoliberal?, que, en lugar de ayudar a los pobladores, los deshumaniza, corroe, aliena y hiere. Esto lo manifiesta en los versos iniciales de la tercera parte:

“El tren viejo tren por aquí antes/ corría/ Entonces no habían estos edificios/ ni esta sonora gente extraña”.

Ante esta corrosión que produce la ciudad, el yo lírico va a sufrir una CRISIS DE IDENTIDAD, lo cual desembocará en un proceso de DESDOBLAMIENTO. Esto se puede evidenciar en muchos versos, pero solo citaré algunos:

“Yo soy tú/ Tú eres mi abatida manera de amblar/ y de advertir al viento de un juego simple”.

“Tú eres yo/ Yo soy tu expresión más opaca y sedentaria/ de peatón rumbo a la oficina”.

“En estas calles se reproducen mis muertos/ Silenciosamente”.

Esta acción del desdoblamiento se va a reflejar en la creación de “Trim, especie de alter ego del yo lírico, quien es una imagen idealizada que sirve como evasión a los estragos de una ciudad ya descrita anteriormente. El yo lírico, quien se va a quedar en el espacio físico asfixiante, va a elaborar distintos discursos (cartas) a un destinatario – Trim- Por lo que podemos inferir que no es más que un diálogo consigo mismo.

Aldred Schutz menciona que el alter ego es una fase en que explicita una orientación tú, hacia lo que entra en relación un punto de referencia, que abandona el yo y lo dirige a otro, dado que es una entidad que vivencia directamente como un congénere (como un tú) atribuyéndole vida y conciencia. Eso es justamente lo que hace el yo lírico al crear el personaje de Trim

Existe una reciprocidad entre estas dos conciencias. El alter ego va a estar direccionado en dos planos que consolidarían una ensoñación: el viaje a París y la aparición de la mujer amada, llamada Cirse (la tercera parte se titula “Poemas a Cirse”). Esta estética considerada como la de la “ensoñación” va influir en el estilo y en el lenguaje ya que a partir de la segunda parte este se volverá más artificioso, figurativo y metafórico, sirviendo también como una lejanía de la realidad.

Trim se marchó a Paris y me dejó deambulando por esta ciudad”.

Los poemas que siguen a esta aclaración son una especie de confesiones en que el yo lírico mantiene una comunicación con Trim, con cierta atmósfera pesimista.

“Trim: ¿conoces el antiguo uso/ de pedir auxilio en silencio? / puede suceder que alguna noche/ se paseen por la rue Saint Germain tus recuerdos”.

“¡Oh, Trim!/ puede haber solo un vacío negro/ o quizá el tiempo estancado como un árbol”.

“¿Para qué vas a volver, Trim? Tú nunca fuiste bueno para soportar quimeras”.

“Salta, salta que es el momento/ pender de una viga joven/ fácil parece que fuera/ ¡Quimeras!, nunca lograremos sacar la lengua a la vida”.

En estos versos se evidencia, de una manera más directa, la evasión psicológica que tiene el yo lírico, quien, pese a que el alter ego viaja a París, El Caribe, nunca logra escapar físicamente de su contexto geográfico:

“Pobre navegante de un mismo suelo./ Pobre forastero en la materna casa”.

Hay muchos más versos donde se puede evidenciar este rasgo. Para no extenderme tanto, analizaré el segundo plano de la ensoñación que vendría a ser la aparición de la mujer amada -Cirse- quien en algunos versos se menciona que también llega hacia la capital francesa. Cabe añadir que en esta parte del poemario se introduce algunos rasgos eróticos, otorgando embellecimiento y ritmo al discurso poético.

“Cirse es el sur./ A París llegó en la época/ de las golondrinas y quedarse/ decidió para amar y trabajar/ en poesía”.

La construcción de este personaje onírico va a estar acompañada de ciertas descripciones físicas que lo relacionarán con una atmósfera de ensoñación y de dulzura (se empleará metáforas y símiles). Los versos más notorios, esparcidos en distintos poemas, son los siguientes:

“Cirse tiene las manos pequeñas como nueces y los albinos senos en punta”.

“El tiempo es el mismo: ovalado, verde y cálido como tus ojos abiertos en la madrugada

“Tus lágrimas arrebatadas al arco iris”.

“De todos los días tu sonrisa que balancearse parece en el vuelo de una pluma”.

“Cierro ahora los ojos y toco tu silueta húmeda y rebosante de amor”.

“Tus labios abiertos como una ostra sobre el río”.

“Escucho al mar que te dibuja en la melancolía de sus alisios”.

“Caes ondulando como un pañuelo de seda”.

“Tus jadeos de libélula”.

Podemos concluir que en “Tricéfalo” se desarrolla una gran proyección o evasión onírica del yo lírico, producto del contexto urbano en el que está sumergido. A partir de ello se desdoblará en un alter ego que determinará dos vertientes: el viaje a París y la aparición de Cirse.

Lo onírico y la ensoñación también se puede evidenciar en un elemento paratextual del libro: la ilustración de la portada “Noche de carnaval” de Henri Rousseau, alabada por los surrealistas, en especial por Magritte.

Podríamos analizar otras características del poemario que podrían relacionarse con lo ya expuesto. Una de ellas es el rasgo de la pasividad que tiene el yo lírico en la construcción de sus discursos y que sirve como elemento diferenciador ante la tradición que predominó en los setentas, que por lo general usaban personajes activos y que añoraban la reconstrucción de una sociedad.

Esta pasividad del yo lírico en “Tricéfalo” ocasionará cierto lamento, desesperanza y decepción consigo mismo, ya que se opone a la figura del “combatiente” y “guerrillero”, personajes relacionados con las transformaciones sociales.

“En esta isla húmeda y ajena/ has depositado tus sueños. / Tu virilidad de combatiente al acecho/ tu condición oscura y envidiable de bastardo”

“Me he sentido turbado por los pálidos/ guerrilleros pálidos y amarlos/ también he debido, aunque no he metido/ al fuego mis manos por ellos”.

Para culminar con este análisis, mencionaría que de todas maneras se debería reeditar este poemario, ya que han pasado casi treinta años y la edición está plagada de fe de erratas. Asimismo espero que Santiago Merino se anime a publicar los demás poemarios que mantiene inéditos, desconozco si los motivos son personales o simplemente radica en la indiferencia de las editoriales ante un escritor que ha demostrado su gran calidad poética y narrativa. Con un solo poemario conocido no se podría afirmar si Santiago Merino logra una trascendencia nacional, aunque “Tricéfalo” da indicios de lo que podría ser la consolidación de un estilo propio.

Bonus track

Santiago Merino no fue considerado en la “Edición extraordinaria, Antología General de la Poesía en La Libertad 1918-2018”. Algo injusto e inexplicable, teniendo en consideración lo innegable su calidad poética; sin embargo, considero que más pierde la antología que el autor mismo, tan acostumbrado al silencio y a pasar desapercibido.

Hay que leer a Santiago Merino. Hay que leer a los poetas trujillanos.

Aquí compartimos tres poemas del libro “Tricéfalo”:

HERENCIA

Mi legado será de pocos bienes, Trim.
Algunos poemas dubitativos.
Un par de súcubos que han manoseado mi sexo cada noche.
Un racimo de solemnes ratas blancas.
Quizá debo dejarte también este escozor
que me agobia desde los riñones hasta el cruce Pineal
sin dar la cara ni en mis riñones ni en el cerebro.
(Una cuestión emotiva dice emotivamente el analista).
He pensado dejarte también los quinientos magazines
que he embutido en bolsas de polietileno.
Creo que sería divertido que observes estos últimos años
del Perú por sobre el hombro.
Verás que rompecabezas, Trim.
Que cantos de sirenas y que tinglado de marionetas.
Unas cuantas charadas apenas digeribles con Coca-Cola y
un par de aspirinas
Algún día heredarás todo esto, Trim,
Cuando me anime a activar un gatillo obsceno
y mi Smith Wesson reviente con un sonido
bárbaro y anhelado.
Hasta entonces continuaré haciendo castillos en la arena.

EXPLORACIÓN

La poesía o el puñal que rasga
la corteza de tu espalda, y
un sorbo de vino recién destilado
me conmueven.
La poesía que sabes anidar en tu vientre
para que mil ciegos la desnuden.

Estoy a tus espaldas.
Prendido de tu sombra que irradia
de tu herida en el costado.
Es un amanecer.
Tu almohada siente mis huellas
y el eco de mil tambores.
La poesía. Nunca será más hermosa la poesía
que en tus jadeos y en mis caídas.

II

Frente a ti
viejo funambulero
está la disyuntiva de siempre
y como siempre: torpe, áspera,
ineludible aunque cierres los ojos
 y te solaces con tus sueños
¿Qué hacer?
Si  por un rato posible fuera
soportar el aire denso
de la densa oficina o
las turbias caras de los turbios vecinos
o los acertijos de cada recodo de la ciudad,
quizá podríamos entonces
doctorarnos de correctos cristianos,
capaces, catedráticos y carismáticos
dueños de los 18 padrenuestros y las 200
avemarías.
Si pudiéramos hacer todas esas maravillas
con sus lámparas y aladinos
para desertar de nuestros sueños, hincones
y pesares
y poder hundirnos, libres de polvo y paja
en el pantano de la diaria disyuntiva.

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