Actualidad

SANO ENTRETENIMIENTO

Published

on

De 6 a 9 de la mañana hay muertos, muchos muertos, mutilados, acuchillados, baleados, aplastados, atropellados, chancados, envenenados, ajusticiados, y siempre queda la posibilidad de una nueva forma de muerte (Quizá por eso el programa “Mil formas de morir” dejó de emitirse en señal abierta: no resultaba competencia); pero si eso no bastara, toca la cuota de violaciones, vejaciones, estafas, abusos, maltratos, violencia infantil, agresiones, disputas, desalojos y otras insanias. Después siguen los temas políticos, que se podría tomar como un resumen de todo lo que nuestra mente ha desayunado hasta ese momento y circo, mucho circo. Las noticias políticas parecen la versión sastre de “Esto es guerra” o “Combate”, la misma disputa insulsa, tendenciosa e improductiva entre uno y otro bando, pero con traje y corbata.

Luego vienen las prohibiciones: Si vas a ir a la playa ten cuidado con el cáncer, si vas a ir a la piscina ten cuidado con los bichos, si vas a comer raspadilla ten cuidado con la tifoidea, si vas a comer cebiche ten cuidado con el estado del pescado, si vas a salir a correr ten cuidado con el sol, si vas a comprar lentes no los compres en cualquier sitio, si vas a montar bicicleta ten cuidado con las combis. Tal vez podría resumirse en una sola frase: “mejor no salgas de tu casa”.

Pero no todo puede ser tan malo. Llega la hora de mostrar un par de virales de internet, o un par de cámaras escondidas, o un par de animales haciendo piruetas insensatas (Algo debe estar mal en nosotros para poner a un perro a patinar o a una llama a montar tabla). Si es invierno, hay desfile de lencería; si es verano, de bikinis. “¿Cuál es la edad de esta linda chica?” (Que se contonea y se mueve con un fino hilo dental que cruza sus nalgas y con un brassiere que marca la prominencia de sus pechos) preguntará el conductor de noticias: 15 años, 16 años, 17 años.

Y claro, como no puede faltar al cierre de todo noticiero, alguna cata de licores y un par de platos de temporada, porque la gastronomía es lo nuestro y que viva el Perú.

A las 9, si la mente ha sobrevivido, llega el misil, el napalm cerebral. Todos los canales muestran a su conductora femenina de turno, que se encargará de contarnos con lujo de detalle, la vida, los escándalos, excesos, chongos, entripados, recutecus, choques y fuga y, quizá, algún proyecto o trabajo, de una serie de personajes irrelevantes a primera vista pero que, a punta de insistencia, de pronto resultan ser famosos, exitosos, héroes de leyenda, trascendentales forjadores del mundo del entretenimiento nacional. “Farándula”, le dicen. Ser la novia o novio de alguno de estos personajes significa ser igual de famoso y trascendental, por lo cual también gozarán de cobertura, así hayan pasado años desde que ese novio o novia finalizó su relación con tal o cual personaje de farándula. Adalia Dominguez celebra en el sur, Machito Gutierrez se da un baño de suerte para empezar el año, Domenico Gómez chapó con Magdalia Pómez, la ex de Ediberto Vasallo. ¿Te suena alguno de esos nombres? Así me siento las pocas veces que sufro la inevitable desgracia de tener que ver esos programas.

A mediodía, luego de algunas novelas de trama repetida, actuaciones exageradas y alegóricas y lejano (muy lejano) final, con más giros que una rueda de chicago, la dosis se repite. Los noticieros vuelven, de forma condensada, enlatada, resumida, a repetirte todo lo que no pudiste ver en la mañana, y luego aparece un nuevo programa de farándula, sólo que esta vez tiene dos conductores (o tres) y presenta a los trascendentales artistas como invitados en su set, para que hagan gala de su talento, de su carisma y su don de gente, o que llore y exponga sus miserias, producto de la infidelidad de su última pareja (a veces hay llamadas telefónicas donde la pareja suele insultarlo y difamarlo, cosa que sucede –supongo-  para darle mayor interés al asunto), y para que cumplan el sueño de alguna niña, o ama de casa o adolescente enamorada, que ha pugnado durante meses para poder conocer a su ídolo de TV.

Hay bikinis, tangas, lencería, modelos, carne, potos, tetas, soy soltera y hago lo que quiero, tengo un nuevo tatuaje y me lo hice aquí, sí, mira, aquí. Y chistes gruesos, torpes, y nada graciosos. A esa misma hora, en cierto canal, un doctor (Dice que es un doctor), sale a contarnos todas las posibles maneras en las cuales uno puede morir, y todas las posibles enfermedades que uno puede contraer, y todas las formas en las cuales uno puede contaminarse, envenenarse, infectarse, dañarse, corroerse, momificarse; y si eso no bastara, es capaz de seccionar un hígado, un corazón  o hacer una endodoncia en vivo, que es justamente lo que uno necesita a la hora del almuerzo (combina muy bien con el pollo). He sido cliente de restaurantes donde las miradas de los comensales, alejadas de todo asco, se clavan en la TV para ver las cosas que este doctor hace.

A las 6 de la tarde, la hora estelar para los niños y jóvenes, diversos grupos de jovencitos aparecen luchando en una guerra sin cuartel, haciendo comentarios hirientes a sus rivales, haciendo berrinches, pataletas y respondiendo preguntas de cultura para exponer su alto grado de preparación. A veces bailan coreografías muy bien organizadas (en las cuales cada uno hace un paso diferente al de otro), a veces hacen gestos a la cámara, muecas y otros movimientos faciales imposibles de comprender, y claro, se enamoran, se enamoran a cada rato y exponen su amor de todas la maneras posible, y cuentan sus peleas, sus entripados, sus problemas con la suegra, con el hermano, con el suegro, con el vecino problemático y su accidente de auto camino a la playa. Porque cada paso de estos jóvenes, cada mínima acción es motivo suficiente para que la tribuna de seguidores enloquezca y, por lo tanto, merece ser televisado. Hace poco me enteré que hay un álbum de figuritas para inmortalizar el consistente paso de estos muchachos en el mundo artístico.

En la noche, un par de series nacionales de trama muy similar –o más pobre- que las novelas extranjeras de la mañana rompe el rating. En otro canal, un programa nos intenta convencer día  tras día, que para ser músico o cantante tienes necesariamente que exponerte al juicio –o la burla- de tres eruditos, asumo yo que expertos agentes de la industria musical nacional, que decidirán tu destino y asegurarán tu éxito. Es evidente, Hendrix, Jagger, Morrison, McCartney hicieron lo mismo para llegar a donde llegaron, convéncete de ello.

En la noche, para cerrar la jornada, otra vez el noticiero, por si al mediodía y en la mañana no lograste enterarte de nada. Y a las once, otro noticiero mezclado con farándula, con comentaristas expertos en cuanto tema les pongan al frente, o esa cosa que hace Galdós en frecuencia latina (No sé cómo llamarle a eso). Si hasta entonces no tienes sueño, a veces, encontrarás una que otra serie extranjera, de esas tan insustanciales como 24H, Dr. House, Touch, The Mentalist etc., series misias (por eso las pasan a esa hora), nada comparado con el sano entretenimiento diario de nuestra televisión nacional.

Comentarios
Click to comment

Trending

Exit mobile version