La vida de los poetas ha sido siempre una condensación de otras vidas, incluso de las más ajenas o prestadas, y acaso estas vidas desmesuradas e hiperbólicas obren siempre como un reflejo de todas las vidas de las gentes que pueblan el mundo, sobre todo, en el caso de los más grandes pues como ilustró Ezra Pound, “los poetas son las antenas de la raza”, es decir, la parte hipersensible que percibe la orientación o la desorientación de los tiempos y el sentido o sinsentido de los otros seres humanos con los que conviven día tras día.
Y aun cuando parece que los poetas del siglo XXI no son diferentes a cualquier ciudadano promedio o aun cuando ahora mismo cualquiera cree que puede ser poeta, los poetas genuinos y realmente singulares, por su propia condición, destacan, resplandecen u oscurecen cuando están presentes en cualquier parte.
Salomón Valderrama ha muerto de un modo doloroso y nadie menciona ni una cosa ni la otra por un exceso de ética o por desidia, enormes errores. Pero, la historia de la literatura y el mito intervendrán prontamente en esta condición de otra rara avis de la poesía peruana, de otra víctima póstuma de la indiferencia de los medios que en su gran mayoría no le han dedicado ni una línea de homenaje o siquiera un obituario (que el hombre tenía más que bien merecido).
Esto pasa todo el tiempo con grandes intelectuales y artistas a los que todo el mundo ignora.
Salomón Valderrama intentó pasar desapercibido durante casi toda su vida, pero la muerte de un poeta afecta a toda la especie humana, no como la muerte de un cualquiera ni porque las campanas doblan por todos nosotros, sino por lo que expuso Walt Whitman, “lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti, porque lo que yo tengo lo tienes tú y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también…”
Entonces, cuando ni la poesía puede dar abasto a la vida es porque existen oscuros precipicios sin nombre que solo algunos pocos se atreven a mirar de frente. Salomón Valderrama vivió atravesado por la poesía y nunca temió ver el cruento rostro hermoso que tantas veces se confunde con la desesperación, la belleza y la muerte.
No existe ninguna mejor forma de recordarlo que pensando que fue un poeta valiente y admirando los momentos más elevados de su ampulosa retórica sonora.
(Artículo publicado en Diario UNO)