Cultura

¿Sabe Almodóvar lo que es Tondero?

Lee la columna de Juan José Sandoval

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Por Juan José Sandoval

Hablar de Almodóvar es hablar de disrupción desde sus inicios como rockero underground que dio vida al siglo de oro del rock español. Junto a McNamara sembró himnos del pop, coreando canciones como «voy a ser mamá» o «la coca me ha vuelto loca».

Luego, al ingresar al mundo del cine con películas que para mí son innovación punk audiovisual, como ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’, ‘Pepi, Lucy Bom y otras chicas más del montón’. Incluso un libro lisérgico e hilarante titulado Pathy Diphusa, donde deja en claro todo rompimiento a la norma, un filoso crítico social pero a la vez un aterciopelado narrador. Un genio del arte que ya con los años ha trascendido a nivel mundial, con grandes películas que ahora se ven en cualquier ordenador.

Soy un apasionado de la música, el arte, la pintura. Del teatro y el cine. Valoro el trabajo de la gente que forma una industria local y la lucha día a día sacando adelante sus producciones, recibiendo portazos por falta de auspicios y que a duras penas se mantienen a través de bonos del Ministerio de Cultura.

Me alegra mucho cuando un cineasta peruano triunfa internacionalmente con una película en quechua, grabada en Quispicanchi, donde conocí la belleza de una periodista de nombre Yohana alguna vez. Y donde la película Samichay, en busca de la felicidad, pone como protagonista principal a una vaca criolla que ya no da leche.

O cuando mi gran amigo Christian Esquivel me permite observar el casting que lo llevó a grabar con Angelina Jolie, para una serie de Netflix que ahora nomás se estrena en Europa. Verlo interpretar el papel de malo, es donde un artista desafía su propio talento. Esquivel interpreta a César Vallejo, a José Olaya y tantos personajes que lo han llevado a trabajar con Ron Howard, con Soderberg, Alex de la Iglesia o otros grandes de la industria del cine.

Dicho esto, está claro de qué lado está mi convicción artística y de peruano. Amo la cultura popular de mis artistas. Y por naturaleza orgánica he sido reacio al cine de la productora que no baila marinera, pero sí Tondero. Ninguna de las películas que ha realizado son dignas. Es más, son bastardas porque carecen de un autor embrionario. Solo se puede detectar una ligera semejanza con la actual inteligencia artificial que dice que ahora te redacta guiones de alta gama.

Claro, si su director más exitoso aprendió a dirigir cine con tutoriales de YouTube. Cualquier cosa puede pasar. La productora que no baila marinera es responsable del culto a la frivolidad y la idiotización de la comedia que impera en nuestra sociedad. Normalizamos la estupidez a través de la ociosidad de crítica. Por eso elegimos la gente que nos representa. Porque nos desvían la mirada hacia la risa cojuda. Esa que te hace votar por el mal menor siempre. Ojalá que Almodóvar esté a tiempo de recapacitar y saber que su arte, como la pelota de Maradona, no se mancha.

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