Examen. Puesta en valor… Valorización (necesaria, admirable, deliciosa, misteriosa y varias cosas más) de los cuerpos. En su lenta o veloz frialdad, hermosos esculpidos reptiles. Puesta en escena que es puesta de cuerpos. ¿Cómo y dónde se ponen? Como figuras. Como posturas. Como gestos; vivos, fijos, acechantes, suspendidos. Como espacio humano. Extraña danza. Espacio lleno de deseo, de rabia, de simulación, espacio cerebral, o tierno e íntimo. Y oscuramente siniestro, con alusiones sugerentes y ambiguas al pasado turbio de algunos de los personajes.
Fassbinder capta (y a veces esto parece lo más importante) rostros y gestos, con toda una escala escabrosa de atractivos y repulsiones. Contempla la índole psíquica de los nervios y de la carne apacible y abandonada a sí misma, inerme, o excitada y tensa, convulsa. Relaciones y estallidos en los que florecen laberintos. Igual que la casa con escaleras y habitaciones y pasillos. Pero también hay calidez. Cuatro personas y tres parejas. Y una trampa para ellos. Risas tras confusión ante la farsa al descubierto. El juego de la verdad apenas si empieza.
Cuerpos que son parte de la casa. Casa-teatro; cuerpos-escenarios. Cuerpos como piezas que encajan, que se ajustan, en ciertas posturas. (Y en ciertos lugares como camas, o ventanas, o mesas. O simplemente como firmes estatuas momentáneas.) Detenciones. Trayectorias. Juegos de posiciones. La cámara los envuelve, como si los amara o los deseara, como si quisiera unirse a ellos o como si pensara en cómo estrujarlos. La cámara busca desdoblamientos en los reflejos así como simetrías y superposiciones. -Identidades múltiples danzando en el vacío-.
Cuerpos-puestos-sobre. La casa colecciona personas, relaciones de poder e impotencia. Mentiras y secretos. La planificación genera cuerpos-piezas como objetos-piezas. El cuerpo de la chica con muletas (la hija de la pareja que se engaña mutuamente, y casi, dulcemente) fusiona carne y objeto físico. También inocencia y capacidad de juicio moral. Personaje organizador de la situación en la que se centra la ficción en la película. Un paciente y tortuoso juego de la verdad. Palabras para acariciar, para herir los cuerpos. El crimen se cocina en casa.
El teatro o el psicodrama burlesco que repasa una realidad social bastante podrida, condensada en la pintoresca institución de la familia más satélites que nos es mostrada, alcanza con Fassbinder su auténtico esplendor. Y sin contar con las ventajas materiales de las que disponía un tal Douglas Sirk.