Esta es una carta publicada por Gabriel Quispe. Aquí nos hace conocer todos los movimientos de un personaje de película Rosa María Oliart.
CARTA
No es grato para mí, en medio de un nuevo estreno peruano, que además es ópera prima, tocar un tema muy delicado, pero no puede obviarse. Anteayer jueves ingresó a la cartelera Casadentro, de Joanna Lombardi, que tiene en los créditos, hasta en los afiches, a la sonidista Rosa María Oliart.
Casadentro obtuvo 8 mil dólares en la categoría de desarrollo de proyectos, en julio de 2009, en la primera convocatoria de Ibermedia de ese año, realizada en Santo Domingo, República Dominicana. La representante del Estado Peruano en la negociación era Oliart, en su calidad de presidenta del antiguo Conacine.
Además, Casadentro ganó en junio de 2010 el Concurso Extraordinario de Proyectos de Obras Cinematográficas de Largometraje de Conacine, recibiendo 470 mil nuevos soles. Oliart seguía presidiendo dicho organismo.
Avanzado mayo de 2011, apenas disuelto Conacine, Oliart renuncia al Ministerio de Cultura. Unos días después, empezando junio, Casadentro termina su rodaje, y en noviembre publica su primer afiche, ya con el crédito de Oliart como sonidista (graciosamente cercanísimo a los logos de Conacine e Ibermedia).
Esta práctica sería un modus operandi de Oliart, pues la misma situación se ha dado con otras películas, como Cuchillos en el cielo, de Alberto Durant (reciente redactor, promotor y remitente de la carta de apoyo a Emilio Moscoso), que se exhibió en agosto en el Festival de Lima 2012 y en la que también figura el crédito de Oliart como sonidista.
Cuchillos en el cielo obtuvo 100 mil dólares en la categoría de coproducción, en noviembre de 2010, en la segunda convocatoria de Ibermedia de ese año, realizada en Antigua, Guatemala. Oliart también estuvo ahí representando oficialmente al Perú. Luego, Cuchillos en el cielo termina su rodaje en setiembre de 2011.
Es decir, Oliart trabaja como sonidista en las mismas producciones que obtuvieron recursos económicos provenientes del Estado Peruano, en Ibermedia y/o Conacine, siendo ella la autoridad cinematográfica nacional, lo que evidentemente le impedía participar en esos proyectos, incluso después de dejar el cargo. Y visto desde el otro ángulo, las empresas productoras contratan tranquilamente a la persona que no podían contratar.
Quizá Emilio Moscoso, ex secretario ejecutivo de Conacine, pueda relatar a los miembros de Cinemaperú si notó la aparente simultaneidad de Rosa María Oliart como empleada enproyectos de determinadas empresas y el rol de funcionaria por el que tenía la obligación de velar por el cumplimiento de esas mismas empresas con la entidad que presidía.