Alfonso Cuarón es un cineasta mexicano que en su carrera ha tenido altas y bajas. Se le puede criticar muchas cosas, como también se le puede admirar por otras, pero su filmografía cuenta con un variado repertorio para todos los gustos. En su reciente película Roma, nos cuenta una historia bastante personal vivida en su infancia, donde recorre las relaciones humanas, entre al amor, el desamor, la esperanza y la memoria.
Para Cuarón, Roma busca homenajear a las mujeres de su vida, y lo ha logrado con un lenguaje cinematográfico bien cuidado a nivel estético, ya que la buena fotografía, el movimiento de cámaras, las actuaciones, la música y el ritmo en cada escena, permiten conocer de manera singular, aquellos recuerdos de una infancia mexicana entre 1970 y 1971.
Cleo es el personaje principal protagonizado por Yalitza Aparicio, un personaje de ficción que intenta representar en blanco y negro una sociedad que respira prejuicios y limitaciones de su propia época, pero también, representa a aquellas mujeres que aman y sufren en silencio.
Hay imágenes fuertes en el filme que van removiendo nuestras emociones, pero el planteamiento estético de Cuarón nos permite ver más allá del recuerdo. Roma nos contagia el germen de la nostalgia y nos muestra no solo de cerca la vida de una empleada doméstica, sino también, la vida de la musa de un niño.
Dentro
de la filmografía de Cuarón, desde mi punto de vista Roma es lo más destacable que ha realizado el cineasta mexicano, entre
otros filmes como Children of Men (2006)
y Grandes Esperanzas (1998).
Otra de las cosas curiosas del filme, es todo lo que ha generado la historia de Cuarón lejos de las salas de cine. Un debate gracioso, donde se intenta profundizar en la caca del perro y se exige ser políticamente correcto en los recuerdos. Roma no es una obra maestra, pero es una película que emociona utilizando muy bien el lenguaje cinematográfico. Lo demás, no importa.