Opinión
Ricardo Belmont y Daniel Barragán, experiencia y juventud
Por Rafael Romero
El cariño del pueblo va increscendo para dos líderes, cuyo apellido coincidentemente empieza con la letra “B”, de bonhomía, bondad y bienestar. Se trata de Ricardo Belmont y Daniel Barragán, presidente y secretario general, respectivamente, del Partido Cívico Obras.
Muchos coincidimos en la necesidad de devolverle el alma al Perú, de renovar el espíritu nacional y creemos en la urgencia de dotar a nuestra patria de los valores morales que, lamentablemente, a causa de malas personas y advenedizos metidos de “políticos” se vienen difuminando a una velocidad que solo potencia a la corrupción, el caos, la violencia y la delincuencia común u organizada.
Ricardo tiene la experiencia y sabiduría ganada al fragor de mil y una batallas, mientras que Daniel tiene juventud y un excelso patriotismo, pero ambos poseen la madurez necesaria bajo el común denominador de haberse dirigido -y se siguen dirigiendo- al ciudadano peruano con el objetivo de edificarlo. Ambos han usado -y usan- los micrófonos promoviendo el positivismo, el carácter espartano y el liderazgo en provecho de sus audiencias.
Así, mientras Ricardo lo hacía desde “Habla el Pueblo”, por citar uno de sus múltiples programas de radio y televisión, Daniel lo hacía frente a los auditorios donde presentaba (y presenta) sus conferencias motivacionales, sus talleres de liderazgo y de desarrollo personal.
Esa sana coincidencia y cariño por el prójimo es una de las claves del PCO, y la otra clave es la unidad monolítica partidaria, trasmitiendo esas fortalezas a las regiones del país premunidos de una nueva “filosofía de vida” y de una “filosofía política” refundacional de la República. A su vez, esa experiencia y juventud constituye una garantía en otros dos niveles.
El primer nivel tiene que ver con el crecimiento y fortalecimiento del PCO, haciendo Daniel Barragán la metáfora con el bambú japonés, y donde esas raíces profundas con el pueblo es el secreto de su victoria a diferencia de los vientres de alquiler donde ya se pelean los candidatos a la presidencia invitados y los dueños de esos clubes electorales.
En el segundo nivel, se trata de la garantía para llevar al Estado a los mejores ciudadanos, reconociendo que la política es para políticos de verdad y no para advenedizos. Los hechos y la historia reciente demuestran que no todos los “PhD, doctorados, maestrías y los togados” son buenos políticos, pues muchos de ellos en los últimos treinta años resultaron comprometidos en graves casos de corrupción.
Si de liderazgo se trata, el mejor título de un político es el de ser el mejor estudiante, el mejor agricultor, el mejor obrero, el mejor emprendedor, profesor, dirigente sindical, etc., pues al final Luis Bedoya Reyes siempre tuvo razón cuando dijo “los técnicos se alquilan” porque, lamentablemente, estos, salvo honrosas excepciones, están arruinando al Perú, al ser los que elaboran las normas, las directivas y la letra chiquita con el fin perverso de beneficiarse en medio de los vericuetos burocráticos, la corrupción y la impunidad (ahí están el Gas de Camisea y Odebrecht con los peajes, por citar dos casos).
En ese sentido, con sabiduría, experiencia, juventud y madurez la “Dupla de Oro”, Ricardo y Daniel, tienen la gran misión de buscar a los mejores entre los peruanos que residen en nuestra patria y en el exterior para que asuman el gran reto de refundar la República, bajo un urgente reseteo de la administración pública para poner orden y devolverle a las nuevas generaciones un futuro promisorio, con paz, desarrollo, justicia, salud, trabajo y cultura.