Opinión

Regalos poéticos

Lee la columna de Julio Barco

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Cuando pienso en la literatura, pienso que lo más hermoso que me brinda es poder leer todo tipo de libros. Podría bromear con el tema de que me hice escritor para que me regalen libros y leer, pero no es tanto así. La escritura es una ciencia muy diversa y exigente; leer es otro asunto, otro afán. Ambas voracidades se reflejan, parpadean, se encuentran y secuestran. Son amores vehementes, ineludibles y aciagos. Cierro un ejemplar de Dublinesca de Vila-Matas y pienso en cómo la literatura misma, en esa generosidad, se alimenta de otras literaturas y forma nuevas obras literarias. Y, en ese encuentro de autores y lectores, yo pienso en los regalos que recibí en esto que llevo de tiempo dedicado a la literatura.   Así que, antes de empezar con un breve resumen, diré que no hay mejor regalo para alguien que ama las letras que un excelente libro.

Un mago del norte. Bethoven Medina no solo encarna hoy en día la figura del gran difusor de las diversas poéticas de nuestro país. Todos sabemos que cada semana nos entrega una nueva reseña de un poeta contemporáneo. No. A este afán de gratitud le añadimos su severo trabajo poético y su generosidad. Una mañana me mandó un mensaje y me dijo que podía ir a recoger un ejemplar de su obra Edición Extraordinaria. Se trata de un monumento de las letras del norte, que nos dibuja la trayectoria de un siglo de autores trujillanos; trabajo de obligatoria lectura. Yo agradecí esta grandeza.

La generosidad infinita. Germán Carnero es un poeta de la generación del sesenta. Autor de libros como Triste veranillo o su reciente En el embriago morir de cada instante, refleja una búsqueda donde el lirismo depurado, que condesa la belleza de lo sutil. Una tarde, mientras leía a Chejov, sonó mi teléfono. Era el poeta. Tenía un regalo para mí. Fui a verlo a su casa y me obsequió el regalo tal vez más importante de mi formación poética: la sección de poesía de su biblioteca. Más de trescientos libros abarrotaron el asiento trasero del taxi donde me vine hasta mi barrio El Agustino. Gracias a todos estos volúmenes mi conocimiento de la poesía peruana del siglo XIX y XX incrementó.

Regalos: regalar un libro es dar un mar.

(Columna publicada en Diario UNNO)

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