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Reflexiones en torno a la clasificación de Perú al mundial de Rusia

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1.

Pasar de la esfera más corrupta del medio latinoamericano a un incipiente esbozo de democracia ha posibilitado que el Perú se haya motivado a ser algo más que la última rueda del último coche de la última calle de los bajos fondos del mundo.

Esta democracia incipiente y controvertida tan emputecida por los obvios aparatos que rigen el ejercicio de poder, sus entuertos, sus lobbys, su brutalidad -hecha ley en el Congreso-, sus vínculos ya nada secretos con los más grandes sobornos de la historia- Odebrecht y el caso Lava Jato- pese a ser tan endeble es al menos cien veces mejor que la autocracia y la dictadura, período en el que no se veía este resplandor de orgullo, acaso inconsciente en los jugadores y en los aficionados, colectivos que eran incapaces de alzar la cabeza por la obvia represión y violencia instaurada desde el gobierno y, también, por la falta de comprensión de una realidad sumamente compleja, dura y corrupta.

Acaso tenga que ver con este aparente cambio de mentalidad el desplazamiento cultural que ha asentado en el emprendimiento un motor de desarrollo personal como fue, en los setentas, el nacionalismo y las nacionalizaciones y expropiaciones que, en cierto sentido, dieron, también, un carácter más empoderado a la población en general.

El problema es que ambos empoderamientos están cimentados en un piso muy falso y si queremos hacer sostenible el desarrollo de un standard de competición en un nivel de mediano a alto se debe tomar en consideración factores tales como este ya que de lo visto en las eliminatorias se puede ver que pese a la inyección de carácter que Gareca ha impuesto a todos los jugadores hay un esquema psicológico reticente y débil de parte de los seleccionados.

Este no solo puede – y debe- fortalecerse ahora en los jugadores de la selección de mayores sino que debería procurarse su fortalecimiento en las selecciones de menores, sino miren en que devinieron los famosos «jotitas», ¿ qué fue de Reimond Manco ?, ¿cuánto hubiese servido un jugador de su habilidad natural en tantos partidos en los que el medio campo peruano era un embrollo sin tino para hacer otra cosa que retroceder hasta el área propia para intentar contener a rivales que ni siquiera eran brillantes? Imaginen que este tipo hubiese sido el volante creativo que tanta falta ha hecho a la selección de mayores o, peor aún, recordemos a Carlos «Kukín «Flores, un crack, tan brillante y, a la vez, tan malogrado,  que nunca llegó a cumplir los designios que su talento había dispuesto. Se dan cuenta, tanto talento perdido y desperdiciado por la falta de carácter, de orientación y, desde luego, por la práctica de una buena educación.

Farfán y Guerrero, no son paradigmáticos en lo personal, pero son dos buenos jugadores que prácticamente han puesto al país en el mundial a través de sus goles. Es interesante recordar que ambos cursaron estudios en el colegio Los Reyes Rojos de Barranco merced a la gestión de Constantino Carvallo. El factor de fondo, en este sentido, es la educación.

Desde luego, ambos tienen sus caídas,  ampliamente propaladas por la prensa, pero en la cancha han cumplido como debe ser, sobre todo, Guerrero, individuo que puede ser cuestionado fuera del ámbito de la selección pero que en su ejercicio como seleccionado muchas veces ha dado la sensación de llegar hasta dejarse matar por la camiseta y ese espíritu y esa entrega es la que debe exigirse a todos los que usen la bicolor en partidos oficiales y, precisamente, al ser capitán, al fin un capitán de selección entregado a un fin más grande que su ego o su estupidez, inspiró a todo el resto de sus compañeros a no temer tocar siquiera el borde de las ropas de la Gloria.

Por ello, Farfán al ensalzar la camiseta número nueve estaba enalteciendo no solo a una hermandad sino, también, a un sentimiento y a una pasión.  Ese gol que nos puso en el mundial parecía haber sido disparado con todo lo que tenía para dar y fue casi como si el mismo Guerrero hubiese puesto, también, su parte en el disparo, un momento violentamente rápido pero casi metafísico.

El fútbol y la vida deben ensalzar este tipo de gestos y no importa si son perdedores o ganadores, ya que nadie puede definirse permanentemente en solo uno de estos dos extremos.  Este detalle debería estar muy bien aprendido en la mente de los seleccionados peruanos que han perdido los suficientes partidos como para darse cuenta, 36 pesados años de derrotas casi ininterrumpidas como una cadenas malditas, y ahora, en muy buena hora, ganan, pero como en el verso de Chocano lo importante no es ganar ni perder sino haber sido grande en la batalla. Gestos como el de Farfán, sin duda, constituyen una prueba de grandeza*, en la cancha de fútbol y en todas las otras canchas de la vida.

* Grandeza acaso instantánea y fugaz pero grandeza, al fin y al cabo. Imítenla.

2.

La realidad del país es casi infernal respecto de su política, su falta de ética, su ingente corrupción, etc. pero aun en medio del infierno se debe  ver lo que no lo es y hacer que dure como señalo Italo Calvino en Las Ciudades Invisibles*.

En este orden de cosas, esta clasificación al mundial no nos hace un mejor país ni sepulta  nuestros problemas e incongruencias pero premia y es digna de ser celebrada por  los que sí son buenos, por  los que se esforzaron, por los que fueron criticados y no se echaron atrás, por los que lucharon pese a no tener más fuerzas ni más talento y dejaron todo de sí en beneficio de todos los otros. Y por todo esto, este triunfo y este acceso al Mundial de Fútbol Rusia 2018, vale, por lo menos, el doble, el triple…

*

El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio». Marco Polo. Las Ciudades Invisibles. Italo Calvino.

 

3.

El llanto de los futbolistas, del comando técnico y de todos los otros compatriotas que han llorado orgullosos y alegres solo puede conmovernos. De hecho, la alegría, el orgullo y la esperanza en los ojos de todos los que he visto he imaginado tras el partido es una experiencia tremenda e increíble. Se les debe un homenaje a todos ellos.

4.

Materializar lo que le parece imposible a la mayoría y enfrentarse a lo que los otros no pueden enfrentar, no otra cosa es ser un héroe.

Acaso ningunear a los futbolistas sea agradable para cierta clase de esnobs pero quienes tenemos algunas nociones de lo que es la grandeza sabemos reconocerla dónde sea que se presente. En este sentido, el gesto de Farfán hacia la camiseta número nueve, episodio simbólico y tremendo que ya he referido es una buena muestra de grandeza. Quizás no solo los futbolistas deban acostumbrarse a este tipo de momentos sino que toda la ciudadanía debería «crecer» hasta alcanzar esta clase de desprendimiento. Así solo haya sido un instante, en ese gesto se materializó la épica y la entrega de los más honorables guerreros antiguos.

5.

Sin duda, este triunfo y esta clasificación, han sido celebrados por los canallas y los delincuentes. Considero que, en tanto reciban el castigo que merecen, de nada vale negarles este jolgorio. Sin embargo, así se gane la Copa del Mundo, Fujimori no deberá ser liberado y PPK, deberá ser juzgado en su momento, junto a Alan García, Keiko y toda la larga sarta de rufianes que fungen de «políticos».

6.

Esta clasificación nos demuestra  lo importante que es aniquilar la corrupción o, por lo menos, lo relevante que puede ser el solo hecho de ponerle barreras y confrontarla permanentemente.

De hecho, debemos entender que jamás el corrupto, el pobre diablo enriquecido gracias a las más torcidas maneras, el «cagón», el mezquino  y todo aquel que juegue sucio podrán elevar la cabeza como una persona digna, firme y valiente.

Imagino que «dignos, valientes y firmes» se dicen mutuamente los héroes en las legiones más honorables de los sueños y creo que solo la dignidad, la valentía y la firmeza pueden volver esos sueños una realidad,  como prácticamente ha pasado ayer en el Estadio Nacional.

7

Bajo la «gestión» de Nicolás Delfino, Vladimir Popovic llegó a ser el director técnico de la selección de fútbol luego de ser campeón intercontinental de clubes con el Estrella Roja y de nada sirvieron sus palmares y así, sucesivamente, hasta que se largó Burga y empezó un proceso distinto con Gareca a la cabeza.

Debemos reflexionar y apreciar cómo sin Burga, sin Pizarro y sus engreimientos ridículos, sin argollas, sin bajar la cabeza, sin «fantásticos» y sin tanta morisqueta se han podido lograr lo que parecía imposible.

8.

La selección peruana de fútbol es un equipo mediocre, no hay que temer a las palabras, pero hasta un equipo mediocre puede ambicionar la gloria si en su núcleo prevalece la unión y el corazón, es decir, la garra. Y solo la garra puede hacer que un equipo chico llegue a vencer a equipos mucho más grandes que ellos.

9.

Sin duda, algo de suerte nos ha tocado y muy bien que haya sido así. La buena fortuna no tiene por qué ser menospreciada y si se suma, como en este caso, a un saludable esfuerzo colectivo y una dirección técnica y psicológica contundente como la que ha presentado Ricardo Gareca, pese a las obvias limitaciones, solo queda disfrutar del buen momento y preparar con rigor a los potenciales mundialistas a fin de que se luzcan en Rusia 2018 porque, aunque suene excesivamente positivo y así haya otros equipos mucho más poderosos,  sino se juega con toda la voluntad de ser campeones del mundo no se está siendo realista sino que todo aquel que crea irreal la posibilidad de llegar a ser campeones del mundo se está autosaboteando .

En este orden de cosas, recuerdo la antigua leyenda del atleta olímpico que lanzaba su jabalina hacia la Luna. Obviamente, nunca la pudo alcanzar pero en las competiciones siempre llegaba más lejos que todos sus contendores, los que entrenaban solo utilizando la superficie de la Tierra.

10.

En este momento, la selección sigue siendo un equipo chico pero ha realizado algo muy grande, mucho  más grande que la suma de todas sus partes. Y todo esto es un mérito mayor y  debe ser señalado como corresponde, es decir, en la memoria de los tiempos.

Depende del «grupo» captar lo que hace falta y llegar a Rusia siendo un cuadro más compacto y más potente.  Pero si algo ha quedado en claro tras la victoria es que: ¡Se puede todo, carajo!, ¡Se pudo ayer y se podrá hoy!, ¡Y, se podrá aún más!

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