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RECUERDOS DE MEDIA NOCHE: «EL CIERRE»

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«EL CIERRE»

Por César Cavello


     

Era finales de los 80’s  en plena etapa de la pubertad, aquella época de las colas del APRA,  todo lo tomaba a la ligera, relajado al mas no poder, desobediente como todo niño de 9 años, recuerdo mucho que una de las cosas que no me gustaba era usar calzoncillo, sentía que me molestaba demasiado el elástico entre las piernas y la presión que hacía. Hasta que mi padre se dio cuenta que yo no usaba el famoso “calzoncillo”, así que se obsesionó en revisarme cada vez que me cruzaba con él, no era todos los días, porque el trabajaba en provincia, pero las veces que estaba en  casa me chequeaba, muchas veces me castigó por no tener  el calzoncillo puesto, aún recuerdo esas palabras ¿ven para acá, te has puesto calzoncillo?  Yo respondía  “sí”, pero no lo tenía puesto” ¿a ver enséñame?, hice la finta que le iba mostrar, todavía me baje el cierre y el me dijo  “ya, ya, ahí nomas” Ufff…  me la libre dije, esta costumbre la llevé por muchos años, escuchaba de diferentes personas que eso hace daño a los testículos, pero a mi me molestaba el bendito elástico.

A inicios del año 2000, ya con 20 años y con la costumbre de no usar calzoncillo, me invitan a una fiesta, entre vasos de cerveza, humo de cigarros, guiños de ojos y el vacilón de la conversa, me dieron ganas de orinar, algo mareado entré al baño y  de lo que solía salir rápido del baño, esa noche me demoré una eternidad, tuve un pequeño accidente, cuando termine de orinar me subí el cierre, y lamentablemente lo que me sucedió no se lo deseo a nadie, mentira, solo a mis enemigos. Al subirme el cierre me mordí ese pellejito llamado prepucio con la bragueta, y dije “bueno es poquito ahorita pasa el cierre, así entre copas lo seguí subiendo, hasta que  para mi  sorpresa en vez de que pase, lo mordía aún más,  con tremendo dolor, se me pasó la borrachera y me pregunté ¿cómo salgo de acá? y por último debí obedecer a mi papá y ponerme calzoncillo, entonces como me demoré tanto, había una cola  más larga, tuve que abrocharme el pantalón, sacarme el polo afuera para que tape lo que estaba atrapado ahí, ya de regreso a la fiesta a mis amigos  les dije “ya vengo voy a tomar aire” y si que lo necesitaba, el me dijo esta bien, salí de su casa pegándomela de macho pero el dolor me molestaba demasiado, caminaba con una sonrisa dibujada, con porte de “Carlos V” más perfil griego que tengo y una caminada elegante, de una manera tal que cuando daba un paso trataba de no doblar mucho la pierna, para que la rodilla no estire el pantalón y jale el cierre, ocasionándome más dolor, llegué a una avenida, era de madrugada y decía ojalá que no me asalten y me levanten en peso “auuu” eran las cuadras más largas que había caminando en mi vida, en una de ellas me encuentro con unas amigas y me dicen “hola, que tal como estas” y yo sonreía y decía  “todo bien”, pero por dentro decía “pasa, pasa, nomás” cada segundo me ponía más nervioso, así cruce esas barreras, llegué a casa y me desabotone el pantalón, revise que tan atrapado estaba el prepucio y la verdad cuando vi lo complicado de la situación, decidí agarrar el cuchillo más filudo, y con el pulso que tengo, decidí cortar el borde del cierre, no me iba hacerme la circuncisión por supuesto, logré separar el cierre del pantalón, así que el pantalón lo tiré lejos con bronca y, ahí estaba el cierre colgando de mi prepucio, que bragueta tan espesa.

Al insistir tantas veces para desprenderlo el dolor y el cansancio me ganó así que me dormí con esta nueva extremidad, ya en la mañana pensé que era una pesadilla pero el dolor que sentí me hizo ver la realidad ahí estaba el cierre, como un pitbull,  mordiendo ferozmente, dispuesto a estar ahí hasta que muera su rival, de pronto escuche que alguien entró a mi casa, me puse un short el mas grande que tenía y salí a ver quien era, mi semblante cambio acompañado de una sonrisa, era mi hermano aquel que en las buenas y en las malas estaba conmigo y le dije quiero contarte algo, prestó atención a cada palabra que le decía y lo noté algo preocupado, sentí que compartía ese dolor conmigo, hasta que me dijo ¡muéstramelo! así que llegó el momento de la verdad en donde tenía que mostrar al herido, me baje todo el short, al ver “el cierre colgado ahí” no aguantó más y se empezó a reír como nunca antes lo había visto, espere varios segundos para que se le pase hasta que le dije ayúdame, claramente vi como cambio su rostro y se puso en mis zapatos, me dijo “esta bien trae el alicate” Dios mío dije, este me lo va a arrancar tipo dentista” que vas hacer le dije, me respondió rápidamente “voy a reventar el cierre” y le dije no, porque lo vas a prensar el prepucio y duele demasiado, lo tenía todo hinchado y cambiando de color, al ver mi preocupación me dijo “entonces lo regreso el cierre hacia abajo”, tenía que tomar una decisión, así que comenzó intentando reventar el cierre una y otra vez, pero fue en vano, así que quedaba la segunda opción,  se acerco para ver 10 veces más cerca y dijo “hacia abajo tiene que ser” y bueno le dije, le agarré la muñeca para hacerle sentir que lo haga despacio pero me dijo suéltame, cerré mis ojos y le dio con todo hacia abajo,  logre ver  lo dañado e hinchado que estaba mi pequeño y dije «debí usar calzoncillo”

Gracias E.

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