Siendo el Perú un país megadiverso (lenguas indígenas, pisos ecológicos, culturas, gastronomía, biodiversidad, mestizaje), es necesario repensar el concepto de lo cholo, como un factor determinante de amplio significado, pero que todavía persiste en ser la base discriminativa y de desprecio social.
Definitivamente, los ciudadanos de raíces andinas, amazónicas y afroperuanas están en una situación de desventaja, a pesar de que muchos de ellos cuentan con mejores recursos económicos, pero no así una mejor preparación cultural y de conciencia social.
Los denominados «cholos cosmopolitas» lideran un nuevo estatus social. Son reconocidos como «emergentes”, pero si no implementamos un proyecto nacional social no estarán integrados definitivamente. Esto sería una vergüenza porque somos un país aurífero en patrimonios culturales.
En la otra orilla, los “pitucos misios” –símbolo de la decadencia de un sistema social caduco–, pretenden perpetuarse mediante el mecanismo de marginar a otros grupos sociales, lo cual es preocupante. La pregunta: ¿Quién es el grupo que representa mejor a la sociedad peruana?, es obligatoria cuando se celebra al Perú con rumbo al Bicentenario de la Independencia porque indica que somos el escenario de una tragedia moral, cuando en sus publicaciones no favorece a la unidad de familia, núcleo y base de la sociedad.
En el Virreinato, los curacas eran intermediarios entre los españoles y los naturales, según lo confirma María Rostworowski. Muchos de estos curacas mantenían sus privilegios ancestrales. Sirvieron de puente para que los corregidores y encomenderos pudieran explotar mejor a los andinos, tanto en los obrajes como en las minas. Este enclave social de explotación entre hermanos de raza se legitimó hasta nuestros días.
En la época de la sublevación de Túpac Amaru encontramos en el aymara Túpac Katari, uno de sus más importantes lugartenientes, quien acompañado de su ejército andino arrasaba con todo lo que fuera español, mestizo o negro. Este tipo de racismo andino tampoco es justificable. Muchas veces la ostensión de poder político y social conseguido corrompe y convierte a las personas resentidas en seres discriminatorios e intolerantes.
En la época de la Emancipación los enfrentamientos entre realistas y patriotas en la Batalla de Ayacucho y de Junín fueron entre un ejército de indígenas realista contra otro ejército de indígenas y mestizo patriota. Es decir cholos contra otros cholos. Siempre existieron comunidades separatistas que no estaban de acuerdo con los gobierno de turno.
En la República los hacendados y gamonales usaban a los mestizos, negros e indios robustos para que obligaran a trabajar a los campesinos (José María Arguedas). En El zorro de arriba y el zorro de abajoesta situación de discriminación entre andinos o cuasi andinos se halla de manifiesto en las ciudades. De esta incomunicación y marginación entre nacionales se percataron por los viajeros extranjeros Raimondi, Darwin y Humboldt.
Lamentablemente, ahora vemos que muchos congresistas, alcaldes y funcionarios enlodados en la corrupción solamente representan a grupos de poder económico y, en el peor de los casos a organizaciones criminales, tal como se ha visto en los medios de comunicación.
(*) Escritor, poeta, editor y sociólogo. Presidente del Instituto Peruano de la Juventud (IPJ) y director del sello independiente Río Negro.