Por Edwin A. Vegas Gallo
El responsable político de la producción Pesquera, es el ministro de la Producción, Raúl Pérez-Reyes y ya señaló después de su patinada, autorizando un millón de toneladas de anchoveta, que la población realmente estaba conformada por 85% de juveniles, teniendo que recular por presión de los propios pescadores, que con su sabiduría empírica, pedían se cese la matanza
de la anchoveta.
En tanto, la coordinación de las Fiscalías Especializadas en Materia Ambiental, las universidades con facultades de biología y pesquería bien gracias, … aquí no pasa nada. Como resultado de esa supina negligencia o simplemente metida de taba ministerial; suficiente para que la Comisión de la Producción del Congreso de la República, lo interpele y censure o la propia Presidenta Boluarte le pida su renuncia; se capturaron 40 mil toneladas de anchoveta (con talla media de 10 centímetros, muy por debajo de la mínima legal de captura de 12 centímetros); que con la tecnología pesquera obsoleta, se quemaron y convirtieron en 10 mil toneladas de harina (proporción 4 a 1, mientras que en Chile, la proporción es 2.5 a 1).
En ese escenario por el control de la pesca, dejando sin piso al ministro Pérez – Reyes, irrumpe la poderosa mandamás de la Sociedad Nacional de Pesquería, ex tetra ministra, ex canciller y hoy “científica” Cayetana Aljovín, quién en verdadero alarde de poder señala, “que sí habra una primera temporada de pesca en un mes (15 JULIO 2023) y lo más inaudito e increíble, es que ya dictaminó, que “también habrá una segunda temporada de pesca de anchoveta en noviembre”.
Es evidente que la conducta empresarial de Aljovín, pasa por una falla ética de grandes proporciones, enmarcada en la economía lineal muy distante de la economía circular y de la conservación de los recursos pesqueros. Al parecer la falla ética está inmersa en toda la cultura corporativa empresarial de la SNP.
Ello me recuerda un artículo escrito por el profesor Etzioni, para el Washington Post, en el que señala “cuando se trata de ética en los programas de directivos empresariales, los hombres de negocios reprueban la asignatura”.
Atendiendo a datos biológicos, proporcionados por los pescadores, en el mejor de los casos si se deja en paz a la población de anchoveta, se recuperaría en noviembre. Caso contrario estaríamos ante la figura de la sardina, que la voracidad empresarial de la década de los noventa pasado, la esquilmó hasta su extinción.
Es obvio que el gobierno peruano tiene que lanzar un salvavidas financiero a los pescadores por su corresponsabilidad en la conservación del recurso e invocar a la SNP el sentido de responsabilidad social empresarial, para que no se originen desequilibrios en el medio marino por la sobre pesca y permita la recuperación de la “anchoveta del billete verde”, para el bien
de todos y no sólo para 4 empresarios.