Por Tino Santander Joo
Pedro Gallese, maltrató a un menor de edad que se metió a la cancha para tomarse una foto con Lionel Messi; “les faltaron el respeto a nuestros colores” –Dijo- contagiado del más estrecho y vulgar nacionalismo que siempre exalta la perversidad como hizo el nazismo en los juegos olímpicos de Berlín en 1936. Los argumentos de Gallese son risibles; solo demuestran impotencia y complejos de inferioridad ante el mejor jugador del mundo.
Los escribas neoliberales como Aldo Mariátegui, que se escandaliza, porque millones de hinchas peruanos prefieren a Messi y a la selección argentina que a la mediocre selección peruana. Mariátegui, no se da cuenta que las diversas tribus peruanas están buscando en el futbol y en otras actividades o países reconocimiento y éxito que no tienen en el Perú. No entiende la ansiedad por el triunfo y el significado de las pequeñas victorias futbolísticas.
Mariátegui, no conoce el esfuerzo que hacen millones de familias de los sectores populares para que sus hijos jueguen futbol; pagan academias de exjugadores del medio local, árbitros, pasajes, alimentación, campos deportivos en pésimo estado. Tienen la ilusión de que uno de ellos juegue en la liga profesional para salir del barrio sin agua y sin desagüe; sin servicios públicos básicos. Millones de niños en los conos y en los barrios clasemedieros ven las ligas más competitivas del mundo; saben que Leonel Messi, se convirtió en el mejor en base a esfuerzo y talento y lo quieren imitar.
Para Mariátegui, todos son parte del electarado, subnormales populistas, con complejos de inferioridad, con baja autoestima, porque ven con desprecio a la selección peruana que juega mal y cobardemente. Simplemente, no quieren ser como ellos, no quieren pertenecer, ni estar con la corrupta FPF. Los peruanos dejamos ir a un hombre serio como Gareca que realmente quería al Perú, que abogaba por mejores clubs, por políticas deportivas, por trabajo en las divisiones menores. La gente recuerda con cariño a Gareca, por su honestidad. Ahora, tenemos a Reynoso, que dice: “que los jugadores no rinden más del 60% en una competencia internacional”.
Luego Mariátegui, con el pesimismo conservador que lo caracteriza señala que existe una “migración mental”, que cada día crece y sugiere que el país va a la desintegración. No hay nada en el Perú. Salvo negocios. Es un alma escindida entre el ceviche y las tapas madrileñas. El contradictorio nacionalismo del neoliberal Mariátegui, se expresa con rabia, escribe iluminado por el espíritu de Sánchez Cerro, queriendo imponer el orden liberal y el sentimiento patriotero a patadas y gritos.
El nacionalismo, el estado de derecho occidental, la democracia y, el futbol competitivo en el Perú, son ficciones de intelectuales europeizantes; porque somos varios países, sociedades, tribus, clases, comunidades rurales, urbanas y, estamentos que habitamos un territorio diverso y hostil. A los “peruanos” nos une la informalidad, la pendejada, el afán de reconocimiento y, la ansiedad por el estatus. Esta es la historia de la alianza entre los encomenderos y curacas que con el tiempo se transformaron en oligarquías, burguesías y cholos emergentes que andan buscando un monarca, un Inca o un Messi para salir de la marginalidad.