Opinión

¡Que viva el Perú!  

Una celebración en medio de políticos vendepatria.

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El patriotismo es el sentimiento entrañable que tenemos por la tierra que nos vio nacer, es el orgullo que nos da revisar nuestra historia; nuestra cultura es invaluable y debemos rendirle honores. Estamos hablando de valores; es decir, lo abstracto sobrepasa a lo terrenal y eso tiene que ver con la educación y la inculcación de nuestras familias.

Los patriotas amamos a nuestro país porque sentimos ese sentido de pertenencia, que es el ingrediente imprescindible para lograr el respeto y devoción hacia todo lo que nos rodea en Perú. Todos tenemos el derecho a desarrollarnos como personas mediante el trabajo, pero lo más importante es el respeto hacia nosotros mismos, hacia los demás, y en especial hacia nuestro país. Ergo, ya no podemos seguir permitiendo que se enlode el nombre del Perú y debemos recuperar esa noble acción de darle bienestar a la patria y eso se logra siendo mejores ciudadanos, acatando las leyes, con acciones correctas y transparentes.  

En otros tiempos nos enseñaban que los símbolos patrios era nuestro principal emblema para trasmitir patriotismo, porque el civismo es así; sin embargo, en plena era del Tik Tok han surgido otros valores. Hay voces contemporáneas que hoy nos dicen: deja de ser chauvinista—. Aquí no se trata de exaltar fanáticamente a lo nacional, se trata de amar al Perú con ponderación y dignidad.

El honor es lo que nunca debemos perder, pero ya es habitual ver a hombres y mujeres sin honor, que solo respiran para pegarse al poder. Son arribistas sin alma, lambiscones con el afán de obtener réditos crematísticos. La política por su naturaleza es noble; sin embargo, los innobles son los trepadores oportunistas que se han servido de ella, para hacer todo, menos “res-pública”.

Finalmente, me temo que, siento mi más profundo repudio hacia el pequeño vendepatria que tiene ‘plata como cancha’; al norteamericano que instalado en el poder abrió las fronteras del Perú a criminales extranjeros; al personaje de barro, que se hincó ante un terrorista para pedirle un autógrafo, luego de que este lo liberara;  al nipón que “tras estar a punto de morir”, nuevamente pretende el ‘sillón’; y al otrora lustrabotas que se fugó del país luego de robarle decenas de millones al erario nacional.

A pesar de todos estos infames ¡Viva el Perú!

(Columna publicada en Diario UNO)

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