Opinión

¿Qué influencian los influencers?

Lee la columna de Gabriel Rimachi Sialer

Published

on

En 1875 nacía en París quien podría ser, quizá, considerada como la primera “influencer” de la historia contemporánea. Su nombre era Cléo de Mérode y era hija de la baronesa Vincentia María Cecilia Catharina de Mérode, proveniente de una de las más destacadas casas de la nobleza belga, y su padre el juez Theodor Christomannos. Su tío abuelo paterno fue el historiador, dramaturgo y director de teatro Constantin Christomanos, quien para más señas era nada menos que el lector de la emperatriz Isabel de Austria. Una joyita de la nobleza que, a los ocho años, mientras estudiaba ballet, decidió dejar de usar el moño característico para lanzarse a bailar con el cabello suelto. Dicen que era tan bella, que el peinado se puso de moda rápidamente, al punto de casi inspirar una huelga de las operadoras telefónicas suecas cuando la dirección les ordenó que dejaran de llevar el pelo sobre las orejas “como Cléo de Mérode”.

Ya en su adolescencia, Cléo modeló para artistas de la talla de Henri de Toulouse-Lautrec, Edgar Degas, Manuel Benedito, Giovanni Boldini, Carlos Vázquez Úbeda, los escultores Eugène-Denis Arrondelle y Mariano Benlliure o los fotógrafos Paul Nadar, Léopold-Émile Reutlinger, Henri Manuel y Otto Sarony. Con apenas 20 años se le vinculó con el rey Leopoldo II de Bélgica; se corrió el rumor de que la escultura “La Danseuse” —hoy en exhibición en el Musée d’Orsay de París— que Alexandre Falguièr terminó en 1896, habría sido hecha con un molde de su cuerpo. Fue tal el escándalo que inició una gira por los Estados Unidos donde llegó a ganar cuarenta veces más que en la ópera de París.

Su éxito continuó hasta la Primera Guerra Mundial, cuando ofreció numerosas actuaciones para los soldados heridos. Una de sus últimas apariciones públicas fue en 1950, cuando demandó a Simone de Beauvoir por describirla como una prostituta de origen campesino. Murió el 17 de octubre de 1966, y fue enterrada en el cementerio de París. En su tumba hay una estatua realizada por su antiguo amante, Luis de Périnat. En tiempos donde muchos jóvenes tienen por modelo a Makanaky bajándose los pantalones sobre la mesa de una pollería, habría que preguntarse ¿qué influencian los influencers? Los tiempos cambian, los gustos —al parecer— también.

(Columna publicada en Diario Uno)

Comentarios
Click to comment

Trending

Exit mobile version