Por Tino Santander Joo
La revolución social es en primer lugar que la inmensa mayoría silenciosa e indiferente tome conciencia de los graves problemas nacionales y que comprenda que es vital transformar radicalmente el país; en segundo lugar, la revolución social no es un dogma ideológico que promueve el estatismo corrupto de las izquierdas bolivarianas; ni la fantasía de las derechas perversas que creen en la mano mágica que regula el mercado y genera riqueza fantásticamente. Nada de eso es la revolución social.
La revolución social no es un golpe de estado que cambia autoridades para que sigan gobernando los podridos de siempre. NO. La revolución social es el cambio profundo y prudente de las relaciones de poder en la economía, la política con el objetivo de afianzar la libertad en un verdadero estado de derecho en la que la ley no sea instrumento de dominación.
¿Quiénes deben hacer la revolución? Un frente policlasista con un programa transformador de la realidad. No es tarea de una clase social, ni de un partido o grupo mesiánico, es tarea de todos los peruanos. La revolución social no esta orientada por una ideología política; su norte, su objetivo es la libertad individual, económica y política. Aspira a desarrollar las fuerzas productivas del mercado de manera democrática y a insertarse en las mejores condiciones a la globalización capitalista para crear una sociedad de bienestar. Lo demás es demagogia y mentiras de los podridos de siempre.
¿Cuál es el programa de la revolución social? Primero derrotar de manera pacifica o violenta a la actual clase política que está degradando la vida en el país. No hay medias tintas, debemos organizarnos para tomar el poder, convocar a las Fuerzas Armadas y policiales, a los colegios profesionales, a las organizaciones sociales de toda índole para acabar con los podridos de izquierda y de derecha que roban impunemente en el gobierno, el parlamento, las regiones y municipios.
Democratizar el crédito y acabar con el oligopolio de los cuatro jinetes del apocalipsis (BCP, BBVA, INTERBANK, SCOTIABANK); que la minería financie la infraestructura agraria través de un pacto político; renegociar el contrato de Camisea, sin afectar la inversión en exploración como torpemente lo hizo Bolivia; acabar con el monopolio farmacéutico del Interbank, que vende las medicinas mas caras del mundo; resolver el problema de la educación de manera integral con la participación de los padres de familia, las facultades de educación y los gremios magisteriales que busquen la excelencia académica.
La salud es prioritaria; los trenes, aeropuertos, carreteras, logística de frio para la agricultura y ganadería, el desarrollo de la industria alpaquera y textil; la promoción real de los medianos y pequeños empresarios, la pesca artesanal e industrial; acabar con la informalidad y el espíritu tribal a través de una verdadera reforma del estado en las regiones, que inicie el crecimiento económico de todos; desarrollar todas las expresiones culturales y artísticas de nuestro pueblo y acabar con la inseguridad ciudadana con políticas públicas firmes que acabe con el crimen organizado que ha tomado gran parte del territorio nacional.
La revolución social debe tener una política exterior que promueva el comercio y el turismo como lo hacen los países europeos que son un ejemplo para nosotros. Reitero, no hay medias tintas, ni eufemismos, ni dudas ni vacilaciones. Es ¡ahora o nunca! El Perú, no puede desaparecer o convertirse en una chacra de los podridos por la pasividad de la inmensa mayoría. ¡Viva la revolución social!