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Sobre el proyecto de ley de cine peruano presentado al Congreso

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Pronunciamiento de la Asociación de Cineastas Regionales e Independientes del Perú ( ACRIP) 

El jueves 7 de septiembre el portal del Congreso de la República publicó el anteproyecto de la nueva Ley de Cinematografía y el Audiovisual peruano aprobado por el Poder Ejecutivo y anunciado con mucho entusiasmo por el Ministro de Cultura hace unos días. Sin embargo el texto sancionado por el gobierno dista mucho de lo trabajado por los gremios desde hace años, y del propio documento que el Ministerio presentó a la comunidad cinematográfica y la opinión pública en mayo del año pasado.

La más importante modificación es sobre la fuente de financiamiento, donde por decisión de los funcionarios del Ministerio de Economía y Finanzas se ha dejado de lado la propuesta de creación de un fondo con recursos de parte del impuesto municipal a los boletos de cine (la otra mitad de ese impuesto iba en beneficio de las empresas exhibidoras). A cambio de ello, el MEF plantea aumentar el presupuesto para el cine nacional, de los 2008 actuales a 6000 UIT.
Nadie puede dejar de reconocer el incremento de los montos que se asignan al cine nacional, siempre necesarios para muchas cosas relacionadas con la actividad, pero sin un fondo con recursos estable y permanente va a seguir –o empeorar por la visibilidad hostil de no pocos sectores- la precariedad actual, que cada año debe tratar de asegurar el presupuesto frente a un Estado con muchas urgencias y presiones de todos lados. ¿O es que ya nos olvidamos que durante casi veinte años los sucesivos gobiernos incumplieron con entregar los montos establecidos en la Ley 26370 (y que asciende a más de 70 millones de soles, nunca recuperados por nuestra cinematografía)?
Los gremios cinematográficos no podemos traicionar de la noche a la mañana, y sin mayor consulta previa, lo que ha sido nuestra bandera de lucha por tantos años solo por puro pragmatismo económico. Además, ¿para qué convocarnos a supuestamente participar en la elaboración de una nueva Ley si al final los funcionarios de otro ministerio lo deciden todo?
Otro punto importante que también ha sido dejado de lado es todo lo referente a la cuota de pantalla, que había una mención tímida y enredada en el proyecto inicial, y ahora nada. o el mínimo de mantenimiento para que una película pueda seguir en cartelera, también dejada de lado por completo. De esta manera en cuanto a la distribución y exhibición de películas peruanas la cosa continuara siendo igual, y las obras peruanas que no sean consideradas como comerciales seguirán siendo tratadas como de segunda clase en su propio país, sin que nadie las defienda porque la ley les da la espalda.
Asimismo siguen pendientes otros asuntos no menos trascendentes, no abordados por la propuesta inicial, pero que están en las demandas de siempre de los cineastas, como la creación de la Cinemateca Nacional, de la Film Commission o una Escuela de Cinematografía. También algunos cambios para peor de la ley actual, como la no mención a la educación secundaria en los programas de educación audiovisual, o la modificación de los porcentajes de trabajadores y remuneraciones para ser considerada una película peruana que ahora, además, puede ser exceptuada totalmente en su conformación; vale decir que se podría considerar peruana una película sin ningún peruano participante, tanto en la parte técnica como artística.
Finalmente, si bien se mantiene un porcentaje no menor al 30% de los recursos asignados cada año para las regiones, nos parece que esa mención no basta porque ya hemos visto en los últimos años una aplicación muy laxa por parte del Ministerio de Cultura, permitiendo que personas totalmente ajenas a una zona sean beneficiadas solo por contar con una empresa, con lo cual se desvirtúa el sentido promocional de esta medida.
Por todo lo anterior, como Asociación de Cineastas Regionales e Independientes del Perú (ACRIP) queremos expresar que el proyecto de Ley de Cine presentado por el Poder Ejecutivo al Congreso no corresponde al sentir de muchos cineastas, agremiados o no, y que se encuentra muy lejos de resolver la situación y necesidades del cine nacional en toda su integralidad. Esperemos por tanto que los señores congresistas, cuya pelota está en su cancha, se abran a escuchar las voces y propuestas alternativas a este proyecto para que por fin podamos contar con una Ley de Cine que represente a todos los que participamos del cine en el país, y este a la altura de otras de la región.

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