El Booker Prize es el premio literario que lidera en el mundo de habla inglesa, y ha otorgado el reconocimiento y la recompensa a una serie de trabajos con gran mérito literario durante más de cuatro décadas. Cada año, el premio se otorga a lo que es, en opinión de los jueces, la mejor novela escrita por un ciudadano del Commonwealth.
El Booker es visto como un premio para la ficción literaria seria, es decir, novelas que se caracterizan por estructuras más complejas y experimentales, una prosa poética y de un alto valor estético. Sin embargo, las tres últimas novelas premiadas: “Bring up the Bodies”, “The Luminaries” y “The Narrow Road to the Deep North” (‘Una reina en el estrado’, ‘Las luminarias’, ‘El camino estrecho al norte profundo’) son novelas históricas, pertenecientes a un subgénero literario.
Tenemos que tener en cuenta que de todos los subgéneros literarios, la novela histórica es la única que ha empezado a ser respetada por los escritores contemporáneos, gracias en parte al Booker Prize pero también a la notoriedad del autor italiano Umberto Eco con su novela histórica ‘El nombre de la rosa’, publicada en 1980, en la que se relata las peripecias de Guillermo de Baskerville y su ayudante Adso de Melk, en su afán de esclarecer los crímenes cometidos en una abadía benedictina. Una reconstrucción admirable que nos lleva a las formas de pensar y de sentir del siglo XVI. Con esa obra, Eco revivió la novela histórica tanto en Europa como en Estados Unidos.
Uno de los principales motivos por los que se premia al pasado podría ser el enorme éxito comercial que han tenido las novelas históricas como las de Eco, paro también, ‘The Remains of the Day’ de Ishiguro, ‘Possession’ de A. S. Byatt, ‘The English Patient’ de Ondatjee o ‘Atonement’ de Ian McEwan (‘Lo que queda del día’, Posesión’, ‘El paciente inglés’, ‘Expiación, deseo y pecado’), para citar algunas de las novelas premiadas por el Booker. Además, sus adaptaciones al cine terminaron convirtiéndolas en objetos culturales masificados, no cabe duda de que estas cintas han sido disfrutadas por el público en general en una escala sin precedentes.
Una pregunta legitima sería entonces: ¿por qué los ingleses tienen esa obsesión con el pasado?, pues ya no solo es la situación del Booker y su favoritismo con la novela histórica, sino también la avalancha de programas de la BBC, que inundan las pantallas del televisor con historias de una Inglaterra romantizada y de época, por ejemplo: “Mr Selfridge”, serie televisiva sobre la vida del empresario Harry Gordon Selfridge, fundador del prestigioso almacén londinense Selfridge en 1909. “The Wolf Hall”, adaptación de la novela histórica de Hilary Mantel en seis episodios, en que narra el rápido asenso al poder de Thomas Cromwell en el reinado de Enrique VIII, o “Downton Abbey”, drama de época, ambientada en el condado de Yorkshire, donde se cuenta la vida de la familia Crawley, una familia aristocrática en la era poseduardiana.
Quizá las novelas históricas reafirmen la esencia del ser británico o los lectores británicos necesiten que se les recuerde ese poder político, cultural y hegemónico que mantuvieron durante el imperio, ese mismo imperio en el que el sol nunca se pone: legendarios castillos, tierras conquistadas, protectorados y guerras ganadas.
Por otro lado, debemos de recordar que el concepto de nación es un producto de las relaciones entre el pasado, el presente y el futuro. En ese sentido, la novela histórica funciona como promotora de modelos del ser nacional, produce en el lector la identificación colectiva con su país y su pasado.
Por último, si el Booker Prize sigue legitimando la novela histórica, solo nos queda esperar más libros con cascos, armaduras y espadas.