Esta vez la sesión del Pleno no fue tan maratónica como en el caso del expremier Pedro Cateriano que duró veinte horas consecutivas; ayer la sesión en el parlamento duró alrededor de diez horas y terminó apenas a las ocho y media de la noche, incluso con aplausos y emociones que casi llegaron a las lágrimas luego de que Walter Martos esbozara: «Escuché a cada uno de los parlamentarios y tomé nota de cada una de sus inquietudes. Es la voz del pueblo que representan”. “Nadie ama lo que no conoce”.
De esa forma, el Congreso con una cuasi unanimidad de 115 votos a favor, 5 en contra y 4 abstenciones, le otorgó la investidura al general Walter Martos Ruiz. Las bancadas Alianza para el Progreso, Acción Popular, Partido Morado, Somos Perú, Frepap, Fuerza Popular, Podemos y Unión por el Perú, votaron por la confianza, a diferencia del Frente Amplio que tuvo cuatro votos en contra y tres abstenciones. El otro voto en contra fue de UPP y una abstención fue de Acción Popular.
Evidentemente, hay muchas lecturas con respecto a este nuevo voto de investidura que por primera vez se otorga a un militar en retiro, por lo menos en un régimen de civiles.
Como mencionamos anteriormente, Walter Martos es un personaje que cobró cierta aceptación en su gestión como titular de Defensa durante la cuarentena, a pesar de su notoria subordinación a Martín Vizcarra y de su limitada autonomía de gestión que obedecía al fracaso de los programas gubernamentales en la emergencia sanitaria. Sin embargo, el general Martos de forma activa y diligente se ensució los zapatos y se trasladó por todo el país para monitorear de cerca la escasa ayuda que se dio a los enfermos en todo el territorio nacional.
Asimismo, a pesar de su formación castrense él dio muestras de ejercer prudencia y respeto hacia el resto de agentes políticos que conforman otros Poderes del Estado y desde luego, tuvo muy claro que en política las dinámicas son distintas al cuartel y hoy podemos corroborar que con su discurso basado en el diálogo, acuerdo y consenso, más allá de la imposición, consiguió el objetivo del voto de confianza, con cuya palabra mágica UNIDAD se metió al bolsillo desde el principio a un parlamento que ya tenía prácticas circenses.
No obstante, luego de que Martos expuso su política general del gobierno y las medidas que se requieren para su gestión, en realidad no vimos nada nuevo con respecto a la línea del Ejecutivo; aunque tuvo algunos esbozos inclusivos como el replanteamiento de activar a las Mypes, el seguimiento a la terrible ola de violencia contra las mujeres, las ganas de luchar contra la impunidad, la reactivación económica a través de un incremento del 20% en la inversión pública, y la promesa de lanzarles la nueva consigna a todos sus ministros/as para que de una vez se bajen de sus nubes y contesten las llamadas y los correos, y sobre todo que ya no despachen desde sus cómodas oficinas, sino, que también se ensucien los zapatos y que acudan a los últimos rincones del Perú, a los lugares donde realmente queman las papas.
En suma, el Premier Martos debería darle una clase de Media training y de Administracion de crisis a Pedro Cateriano, que más parece estar acostumbrado a tomar el vino desde un penthouse frente al mar con sus amigos periodistas, a diferencia de Martos, que sí tiene el perfil del que tira plancha con sus borceguíes en los cerros del Perú. Y eso exactamente fue lo que captó no solo el pueblo, sino el Parlamento. A eso se le denomina gesto político, y Walter Martos lo tuvo, por lo menos para obtener la confianza; es decir, el Premier cumplió con la forma, y ¿qué del fondo?
Ahora, lo que se vendrá después es más complicado, porque en términos fácticos ¿qué tan viable es ejecutar lo que el nuevo Premier ha prometido? ¿Vizcarra dejará que él articule realmente a todas las fuerzas políticas? Si tomamos en cuenta la escaramuza de nunca acabar, entre el Ejecutivo y Legislativo.
Se necesita paños fríos y estamos seguros que el Premier los pondrá; no obstante, ¿qué pasará cuando se vengan las inminentes interpelaciones que más huelen a censura? nos referimos al pedido de las próximas cabezas de los ministros Martín Benavides de Educación y María Antonieta Alva de Economía. Nos guste o no, esa prerrogativa es legítima y lícita en los congresistas (artículo 131° y 132° de la Constitución Política del Perú).
Pero si llegáramos a ese escenario, ¿continuaría la guerra? Realmente es poco probable, pues, por más que Vizcarra siga presionado por las cofradías empresariales que lograron captar los miles de millones de Reactiva Perú, él ya no tendrá los bríos para enfrentar a un Congreso que se encuentra muy empoderado, sencillamente porque éste ya no puede ser disuelto en el último año del gobierno, y además porque, al presidente se le fue su asesor estrella, ese que le dictaba jugar a policías y ladrones con el Congreso. Aquel que ya cobró sus millones y que acaba de abandonar a Martín Vizcarra porque ya no hay nada qué hacer con este mandato; ese coach es nada menos que el argentino Maximiliano Aguiar.