El Perú vive una crisis socio-política permanente, que cada día se agrava más y más. Sin embargo, muy pocos artistas se atreven a exponer un testimonio al respecto. Uno de los que inquieren estos temas e intentan subvertir este orden de cosas es Herbert Rodríguez.
De hecho, acaba de inaugurar una instalación titulada Posverdad, Crueldad Estética en el segundo piso de la Librería Arcadia Mediática, sito en Rufino Torrico 885, casi en el borde del jirón Quilca y la avenida Wilson.
Estuvimos presentes en la inauguración y, además, de los excelentes chilcanos y la buena música – krautrock, Iggy Pop, salsa dura, etc.- vale señalar algunos detalles adicionales: según el título y el propio testimonio del expositor, no puede pretenderse hallar en la muestra en cuestión ni un solo gesto de belleza. No es una obra bonita, dijo H.R en el curso de la inauguración. Sin duda, logró su cometido con creces.
Más el fondo que debe advertirse en este tipo de propuestas es precisamente desbordar las limitaciones de la estética «tradicional» y/o «académica» y llevar el trabajo del artista visual a un campo de reflexión desde la aprehensión crítica de la sociedad y la «realidad» y, sobre todo, a un posicionamiento ético.
Esta muestra humilde, usa papel barato, recortes de periódicos y revistas gastadas, soportes casi «marginales», pone sobre el tapete de la intelectualidad actual la pertinencia del arte comprometido en una sociedad -estrictamente peruana- cada vez más envilecida. corrupta e incapaz de ofrecer algún tipo de alternativa inmediata a todos los problemas que afronta.
H.R., sin duda, posee los conocimientos para hacer una obra más asequible al mercado o mucho más «estética» pero de cierta manera trata de escabullirse de esos senderos y, para bien o para mal, con esta propuesta lo ha conseguido.
Que lo expuesto sea bonito o feo, muy en atención a los presupuestos del arte contemporáneo, dependerá del «ojo con que se mire». Lo importante es que la instalación Posverdad, Crueldad Estética denota con claridad el doble rasero en el que vive y se desarrolla la sociedad peruana contemporánea. Señalar o intentar señalar esta circunstancia desde el arte es un mérito y así lo reconocemos.
Me gustaron, de modo particular, dos secciones cuyas fotos adjunto al presente texto. La muestra durará hasta el 23 de diciembre. ¡Visítenla!
P.S.
En cierto momento de la noche, H.R. comentó: a Lima Gris le hace falta color. Le repliqué: Pero fíjate en tu muestra* y en la realidad nacional…acá no le «doramos» la píldora a nadie. Él añadió: Es cierto, no hay esperanza y nos despedimos. Me quedé conversando con Francisco León y le dije: Oye, los presupuestos teóricos de la muestra son acertados pero los resultados no me convencen- no me gustan- salvo como un estímulo crítico pero fugaz de una sociedad que, al menos, nosotros, cuestionamos todos los días.
En fin, siendo que el uso del «color» ha sido sobreutilizado para diseñar paraísos artificiales y para «dorarle la píldora» a todo el mundo, insistiremos en el uso del gris y el blanco y negro hasta que podamos decir que las cosas han mejorado. En ese sentido, tomamos como propias las líneas finales de Man in Black del gran Johnny Cash y trocamos el negro por el gris a fin de proyectar la debida asimilación de lo expuesto: Me encantaría llevar un arcoíris cada día/ Y decirle al mundo que todo va bien/ Pero intentaré llevar un poco de oscuridad a mis espaldas/ Y hasta que las cosas mejoren, seré el Hombre de Gris, de Lima Gris.
* La obra de H.R. está caracterizada por un uso del color muy cercano a los empleados por la cultura más popular y hasta «chicha» por lo que el «gris» sugerido es más bien una consideración simbólica que excede el ámbito del mero cromatismo.