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Por un puñado de likes

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Escribe: Gabriel Rimachi Sialer

Christian Domínguez, el cantante y dueño de una orquesta de cumbia, es descubierto besando a una bailarina que no es su pareja oficial; con la oficial, nos explican indignadas las conductoras de todos los programas de espectáculos de todos los canales de señal abierta, lleva tres años de relación y se llama Chabelita. Arden las redes y su apellido se vuelve tendencia en tuitter. Greta Thunberg y su infancia destruida y sus sueños arruinados desaparecen del horizonte.

Domínguez aparece al día siguiente del escándalo del momento en el prime time del mediodía, justo a la hora del almuerzo, y el rating se dispara en los sectores A y B (y seguro también en el C y D, y en el F y en el G, tal vez incluso en el H), y comenta, consternado, que no hay reconciliación posible ni retorno a la vista en plena primavera nacional; el país entero suspira y los likes se disparan, muchos pedirán el milagro de la reconciliación en la procesión del Señor de los Milagros. El incendio del Amazonas y los indígenas muertos y desheredados de sus propias tierras por una quema provocada, se evaporan de los muros de Facebook con su #PrayForAmazonas.

Al día siguiente, a la misma hora del almuerzo, una astróloga intenta explicar mediante la alineación de los planetas, por qué es que Domínguez ha traicionado a la Chabelita, habiendo puesto a nombre de ella algunas camionetas y propiedades para que no entren en la repartición de bienes en el proceso de divorcio de su ex esposa “real y oficial”. La ex bailarina y hoy animadora Karla Tarazona, a quien sientan sonriente en un diván junto a Pamela Franco (la manzana de la discordia en este ampay que ha remecido los cimientos de la nación), es “la ex esposa simbólica”, y la sientan para que aconseje al nuevo affaire de su ex esposo simbólico sobre cómo manejar este impasse del corazón. Los siete muertos oficiales de la represión ecuatoriana por la eliminación del subsidio al combustible y el debate sobre el rol del Estado frente a las necesidades ciudadanas en Sudamérica, queda en el olvido.

Un día después ya todos los noticieros locales tienen el resumen cronológico de un rompimiento anunciado: Domínguez es un chico que no canta pero encanta. Buen cuerpo tallado a punta de ejercicios, exitoso empresario de la cumbia, mujeriego incurable según la prensa especializada, sus romances y escándalos generan rating, y el rating –ya lo saben– genera ingresos económicos a los programas por publicidad. Sueltan entonces un “reportaje” antiguo, donde Domínguez y la Chabelita son captados saliendo de un programa de “estrellas” sabatino cuando todo era felicidad, y donde la prensa le pide, a grito pelado, por favorcito, que muestren los tatuajes que se han hecho ambos en las muñecas: son dos llaves doradas que corresponden al dorado corazón del otro. José José les canta desde el más allá “preso / de la cárcel de tus besos / de la forma de hacer eso / a lo que llamas / amor”. Los disueltos congresistas peruanos que denuncian haber sido defenestrados por haber destapado la gigantesca olla de la corrupción nacional, y que ahora aparecen en una fotografía inolvidable abrazando la imagen del Cristo Moreno, ya no importan más, han enrumbado en la nave del olvido.

Se acaba la semana y en los noticieros de la mañana, del mediodía y de la noche se arman especiales sobre el destino de Hércules, el perrito que Domínguez y Chabelita criaban juntos en lo que ahora se ha dado en llamar “perrijos”, una tendencia que, al parecer, es global. En uno de esos canales recuerdan declaraciones de Karla Tarazona, hipando hasta los mocos y sentada en un sillón rojo, contando en horario estelar que la Chabelita dejaba sus calzones sudaditos en la maleta deportiva de Domínguez, y que fue así como descubrió la infidelidad. El cintillo del noticiero pasa rápido bien abajito, la noticia de que en Chile el pueblo ha salido a reclamar por el alza de los pasajes urbanos y que todo ha devenido en incendios a edificios del Estado y que Piñera acaba de retirarse para darle el control al Ejército. En Facebook corre un vídeo donde una chica es alcanzada por una bala a la altura del muslo en el ingreso al Metro de Santiago, empieza a caminar asustada mientras deja un reguero de sangre a su paso, hasta que se desmaya. La siguen filmando, claro está, no vaya a ser que bajen los likes (y en ese momento llegan los paramédicos a atenderla).

Antes de que termine el día anuncian una noticia bomba: “Han descubierto que el récord migratorio de Pamela Franco indica muchos viajes al Brasil y que estos coinciden con la presencia del jugador peruano Christian Cueva, quien hasta hace 16 horas militaba en el Santos, de donde acaban de dejarlo libre”. Las redes vuelven a estallar. Sacan una encuesta a nivel nacional para que la gente vote por quién considera que debería quedarse como padre o madre de Hércules, la Chabelita o el Christian Domínguez. “Ay, el Christian, pues” dice una señora en vivo y en directo. “Ay, no, mejor la Chabelita”, dice otra señora desde otro punto de la ciudad vía microondas. El país entero espera con ansias el resultado para ver de qué lado ponerse en sus muros de Facebook, mientras los medios especializados acampan en la salida de la casa de ambos artistas; quizá, con algo de suerte, uno de los dos por fin se suicide y puedan pasar a otro tema. Pero eso no pasará, claro, porque hasta la miseria ajena es rentable cuando la prensa empieza a buscarle ángulos de exposición. Nada es más importante que eso.

Kapuscinski, a quien muchos periodistas citan, escribió: “La prensa internacional está manipulada, básicamente por razones ideológicas, ya que los medios determinan la opinión pública. Hay diversas técnicas de manipulación. Se puede manipular sin decir mentiras: omitiendo el tema. Las “noticias del día” son las que deciden qué pensamos del mundo y cómo lo pensamos. Los medios de comunicación son grandes, influyentes e importantes, por lo que han empezado a crear un mundo propio: no están interesados en mostrar la realidad del mundo, si no en competir entre ellos, lo que hace que funcionen como un rebaño (los medios intentan que ningún competidor dé una noticia que ellos no puedan dar, por lo que todos informan de lo mismo, y dejan de lado lo mismo). Para el gran público, la información es solo el resultado de la competencia. El otro tipo de manipulación es la consciente: los medios no informan de una noticia hasta que tienen preparada la respuesta sobre las causas”.

Esperen al domingo, quizá veamos a los del Servicio Social llevarse a Hércules a algún albergue, en vivo y en directo, quién sabe… quién sabe.

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