Por Raúl Villavicencio
Antes que nada, hay que mencionar que lo cometido por el grupo terrorista Hamás es totalmente injustificable. Dicho esto, resulta sumamente preocupante la manera que vienen enfocando ciertos medios periodísticos el conflicto entre ese grupo terrorista e Israel, dándole pantalla solamente a uno de ellos; y nos referimos al último, colocándolos casi como las verdaderas víctimas de todo lo acontecido, no solo desde el pasado 7 de octubre, sino desde hace más de 70 años.
Cabe recordar que ese conflicto lleva décadas, y que cada una de las partes tiene su versión de los hechos, pero insisto, algunos medios vienen contando la historia a medias, dando mayor espacio a uno de los actores.
No resulta razonable otorgar mayor valor a la muerte de un ciudadano israelí que un habitante de Gaza, ambas pérdidas son dolorosas y de hecho nunca debieron darse si no fuera por la barbarie cometida por Hamás. Todo acto de violencia no puede ser enaltecido ni mucho menos replicado a manera de venganza.
En estos 12 días de terror tuve que recurrir a fuentes extranjeras para buscar información verdaderamente fidedigna y no parcializada que esté a favor de una bandera, pues, siendo sincero, tanto como otros millones de peruanos ignoraba el real motivo de la pelea entre Hamás e Israel. Y es importante recalcar que no todo Palestina es Hamás, ni viceversa, ya que muchos vienen asociando a toda una población como terroristas. Que quede claro: el grupo fundamentalista Hamás es uno de los principales artífices de la disputa.
Más de 2 millones de palestinos intentan huir de su país ante una inminente excursión militar de Israel, dejando sus bienes y pertenencias en los escombros, escapando de las bombas, niños que no tienen nada que ver en el conflicto, desterrados a la fuerza, sin embargo se topan con bloqueos y carreteras destruidas, haciendo imposible su huida o al menos que la ayuda humanitaria llegue a brindarles algo de alimentos o bebidas.
Seguramente, de aquí a un par de años la historia será contada por los vencedores, como siempre ha ocurrido, un país destrozado o peor aún borrado del mapa, con la anuencia de las potencias mundiales y, por supuesto, de los medios de prensa que solo muestran una parte de la historia.