Estar solo en San Valentín no me causa tristeza, ni rabia o frustración; pero si me hace reflexionar de los motivos por los cuales cada vez que veo a ese enano de pañales volando, me da ganas de darle con su propia flecha.
En los últimos años no he salido a celebrar San Valentín, el motivo es que no he tenido con quien salir en esta fecha, no es que sea un tipo feo, pero tampoco soy un galán de televisión, lo que sucede simplemente es que no encuentro a una mujer que como decía Oliverio Girondo “una mujer que sepa volar”.
Es lamentable ver chicas hermosas con el cerebro y el corazón completamente vacíos; no he podido encontrar una mujer intensa, vivaz, llena de entusiasmo, carisma; las pocas que he visto en mi camino son ya propiedad de otro, o se encuentran alejadas a miles de kilómetros de distancia.
14 de Febrero se ha convertido en una fecha en la cual las parejas se juran amor eterno, pero cuántos de esos hombres tienen a su lado una mujer que les haga volar, que el simple hecho de tenerlas a su lado, les haga sentir esa energía cósmica, que simplemente con una sonrisa puedan calmar su ira más devastadora y, con una caricia llevarles al éxtasis total.
Las mujeres de hoy, ya no se preocupan por el dinero, la mayoría trabaja y ganan más que los hombres, aún existen aquellas que buscan a un marido para que las mantengan, pero me alejo de ellas raudamente, antes que mi billetera, siga sufriendo un forado en las tarjetas.
Quiero amar como ese toro enamorado de la luna. Cuando llega la mañana y el torito se mete en el agua, embistiendo porque la luna se ha ido; ese amor que se ponga furioso y triste, debido a que su amor ahora es solo ausencia, aunque sepa que va a volver, espero pronto ese amor se encuentre cerca, caso contrario a seguir pasando solo los San Valentín, porque no permitiré ni soportaré estar con una mujer que no me sabe volar.