Opinión

Poor things, de Yorgos Lanthimos (2023)

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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Voy a desvelar (casi diría que todos) los datos de la película así que si no la has visto no sigas leyendo. El juego de Lanthimos es el de poner en escena a una atractiva Frankenstein con algo de ángel de película de Wenders e incluso en cuanto a la estética específica con algunos ecos visuales de película de Guy Maddin. El experimento es el de mostrar a alguien que es libre para vivir en la ‘verdadera moral’, que consiste en la búsqueda directa del placer, el bienestar, la felicidad, sin nada de morales convencionales autoritarias y represivas, que solo existen para esclavizar, hacer sufrir y destruir a los pobres seres humanos.

Emma Stone es y luce lo suficientemente ‘extraña’ como para ser convincente al máximo, aún mejor en el constante tono cómico y de farsa tan conveniente para que la película funcione. Vivir es conocer, explorar, aventurarse, no tener miedo. El personaje se diría que rompe todo a su paso para liberarse.

Hasta aquí todo parece muy bonito. Pero si lo cuento de otra forma, la cosa cambia un poco: un hombre objeto de abuso por su propio padre científico que lo sometió a varias torturas y mutilaciones en nombre del progreso de la ciencia, transplanta el cerebro de un bebé a su madre que ha intentado suicidarse. El plot es encantadoramente retorcido y Lanthimos y el guionista se divierten sin duda con algo así. Claro, también puedes ponerte a pensar si hay una intención, ‘algo detrás’ del jueguito ingenioso de inventarse eso.

Tenemos ahora a un cerebro de bebé instalado en un cuerpo de mujer. Un caso de pedofilia funcional podríamos decir, si nos ponemos serios y aguafiestas. La fantasía de la niña-mujer in extremis que se supone que es un chiste y que no parece que sea vanguardia feminista. Un mensaje muy profundo la verdad: cerebro de niña inocente pero que te satisfará, y la podrás usar bastante a tu gusto, porque en materia sexual es muy desinhibida. Uy, pero luego también experimentará con otros más. Claro, por qué no. Ahí perdiste, machista fanático de la propiedad privada. Ahí no faltará quien diga que la película es feminista. Y hablando de feminista, cuando se den las circunstancias o se haga necesario hacerlo ella se prostituirá. Pero no será necesariamente negativo: será todo un reto. Y ya, como todos sabemos, las prostitutas son las mujeres más felices, plenas y emponderadas y libres sobre la entera faz de la tierra…

Además, la prostitución resulta la metáfora perfecta del trabajo asalariado, o sea, cuando eres empleado, usado por otro, te guste o no. Mejor adáptate, mentalízate, como quería la madam.  

Una vez más, la mujer es el animalito fascinante que debe ser controlado, porque recocerla como un igual sería insoportable. La película muestra con habilidad un estereotipo. ¿Cómo harán las mujeres para librarse de la mirada masculina? Mujeres y hombres libres son algo inimaginable. El verdadero reto es abrir un camino ante la aparente imposibilidad. Cosa que Poor things hace de una manera muy pero muy limitada.   

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