De repente, el poema (Vicio Perpetuo, 2015) de Héctor Rosas Padilla, con versos escritos entre Perú y Estados Unidos, entre las calles de California o Cañete, es un libro del gozo y de caminos. En medio del fuego de Sodoma y Gomorra de los cuerpos, el poeta exige los “garabatos que tracé en vuestro pubis celestial”. La traducción del éxtasis erótico es un lugar gozoso en la literatura universal. En ese sentido, la poética de Padilla bien podría ser continuadora de la inspiración dual de un Rubén Darío, que sacraliza la piel. Recordemos lo que Pedro Salinas señaló sobre el autor de Azul: el arte posee, “a diferencia del goce erótico, gracia de eternidad” (1975). Y esa eternidad el deseo que mueve la música de los versos: A cada instante parece que me dijeras / si mil noches no son suficientes para ver/ sin estremecimiento/ tu maravillosa desnudez (pág. 30) ¿Qué decir ante la belleza del cuerpo amado? El bardo sigue a las muchachas verso a verso, como en el poema Girl donde señala que la chica le hablará del “Terminator como del dios Marte y confundirás a/ Ginsberg/ con una estrella del fútbol americano”. Y, sin embargo: Y desde ese instante yo seré para ti/ un número telefónico más/ en tu bolso. Contradicciones del amor moderno: la liquidez y la relatividad. El estilo conversacional puede aproximarlo a poetas como Málaga, Arteaga, La Hoz. Por otro lado, el poemario muestra otras dos temáticas: lo geográfico y lo social-crítico. Muchachas de San Francisco o Noches Chorrillanas son ejemplos del contenido geográfico; y, Qué te hicieron país, uno de lo social-crítico. Cito: “Qué te hicieron país que hoy he buscado tu sonrisa/ más allá del júbilo de los paraísos dorados/ y shoppings centers”. En este largo poema, el tema es un itinerario crítico de la problemática social y el tono es airado. En las solapas conocemos que autor entrevistó a Raúl Castro y Santana, y es autor del libro La educación y los hispanos en los Estados Unidos de América. Estos datos biográficos se complementan con los que brindan sus poemas testimoniales, faroles de años, como fotografías del gozo.
(Columna publicada en Diario UNO)