Opinión

Poeta Nómada

Lee la columna de Julio Barco

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La poesía se revela en el uso de las palabras. En cómo se calibra, se mide, se deposita el gozo y el horror de la existencia en el ritmo sonoro-visual de los signos. José F. A. Oliver escribe: “Dejemos la ortografía en manos de las mov:idas. Como fue en momentos pretérito, el peregrinaje de la palabra sánscrita kerd”. Esta línea, del colofón del libro Andalemania —Antología Poética de 1987-2022, edición bilingüe, con traducción y prólogo del escritor extremeño Mario Martín Gijón, Ed. Libros de la Herida— nos trae a la mesa las reflexiones internas de la poética del autor: deslizamiento de las fronteras y pérdida de la palabra como centro exclusivo del significado. En ese sentido, es un manifiesto de libertad, ya que los límites no solo son lingüísticos sino sensoriales-biográficos. Convoca ritmos tanto alemanes, como españoles, e incluso sudamericanos y finlandeses. En este logos de(construcción) de los sentidos, no prima sino el deseo de que la pal:abra un regalo para el ánimo como también navegue a contracorriente de los vigilantes de la lengua y los alfabestias. Estos ideales expanden su boca/bulario. De ascendencia española, sus padres andaluces migraron a Alemania cuando era una locomotora de Europa. Así, entendemos el origen múltiple de su oído y gusto poético. Gracias a estas fusiones culturales, la poesía de Oliver se alimenta de diversos referentes. Reconstruye a Cervantes, recrea una boda de Cristóbal Colón en Bonn, nos permite atravesar la historia de la migración y el desarraigo. Versa la experiencia de ser un número, un pasaporte. Como Lorca en Nueva York, de su estadía en Lima escribió Vater unser in Lima, el más logrado poemario escrito por un extranjero sobre la capital peruana: “¿por qué mueren los niños 50 por ciento creo que son/ antes de los 5 años? no pasa na no pasa na al fin y al cabo hemos/ conquistado el cielo mil novecientos sesenta y nueve/ Neil Armstrong recitaba por entonces todavía  sobre el viaje de Gagarin”. Por todo lo dicho, estamos frente a un “poeta-nómada” con una sensibilidad cosmopolita que nos devuelve un verbo humanizado en el paladar de las culturas.

(Columna publicada en Diario UNO)

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