Opinión

Poder Judicial no puede amparar persecución al periodista Ricardo Belmont

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Por Rafael Romero

Los magistrados de la Segunda Sala Penal de Apelaciones de Chorrillos, presidida por Luis Alberto Arancibia Agostinelli e integrada por Jorge César Mayta Palián y Carlos Alberto Ccallo Chirinos, tienen en sus manos un caso donde se persigue mediática y políticamente a un periodista: a don Ricardo Belmont Cassinelli (RBC).

Es decir, cuando apenas acababa la persecución judicial del fujimontesinismo, que duró 18 años, desde 1996 al 2014, lamentablemente muy pronto llegaría a la puerta de RBC otra clase de “lawfare”, perpetrada por su propio hijo, quien desde abril del 2016 tomó con matones su canal y al año siguiente, en el 2017, el hoy inquilino de ese hijo, Phillip Butters Rivadeneyra, declaró públicamente desde Radio Exitosa que Belmont se creía una santa y que él ya le había comprado su canal para vengarse de todos sus “pinches enemigos”, incluido el Hermanón.

Esa declaración de Butters la hizo frente a Nicolás Lúcar; pero ahora, ocho años después de ese ucase, en momentos en que el país está en crisis a causa de la codicia y la avaricia, con esa clase de querellas maliciosas, caprichosas y antojadizas solo se malgasta el tiempo del Poder Judicial en lugar de concentrar todas las fuerzas de la magistratura contra la delincuencia callejera u organizada, contra el abuso y la prepotencia.

Lamentablemente, tenía que aparecer un juez supernumerario, y para remate tocayo del querellante Phillip Butters, para sentenciar en primera instancia al periodista Ricardo Belmont Cassinelli, dizque por supuestos agravios contra el “Sabelón”, y sin reparar en ningún momento en los graves ataques y amenazas lanzadas por el querellante Butters, y sin meditar en su objetivo principal como es la venganza en contra de Ricardo Belmont.

Esa sentencia de primera instancia podría enmarcarse en la nueva persecución contra RBC, la iniciada en el 2016 con la toma por la fuerza del Canal 11 y luego con la toma de la Planta de Transmisión en el Cerro Marcavelica de Chorrillos, al punto en que hoy el verdadero dueño de la televisora, como es Ricardo papá, está despojado del medio de comunicación que fundó debido al plan del dúo perverso conformado por dos angelitos, el querellante Butters y el primogénito del Hermanón.

Sin embargo, ¡qué curioso!, son más de ocho años de enfrentamientos y litigios, y cuando en el año 1923, Ricardo Belmont ya tenía listo su Partido Cívico Obras, ¡zas!, empezó un juicio por una supuesta usurpación; y luego de inscrito oficialmente el partido, un año después, el pasado 15 de julio del 2024, aparece otro juicio, el de una querella de Butters por quítame estas pajas, quien es una persona con objetivos políticos y por eso se ha metido al partido Avanza País, para ser candidato a la presidencia y así continuar haciéndole fieros y remedos a su querellado Ricardo Belmont.

No sé por qué Butters odia tanto o envidia infinitamente a Ricardo Belmont, y hasta quiere imitar su paso por la radiodifusión poniendo las siglas de su nombre “PBO” a su grupo mediático, tal como Ricardo llamó “RBC Televisión” a su medio de comunicación. El caso es que los dos son personajes públicos, y por ello renuncian o toleran las críticas porque están expuestos a las mismas, relativizándose su derecho a la intimidad o el honor, a diferencia de cualquier otro ciudadano que no es mediático.

Por tanto, la actuación pública de ambos es, ha sido y será polémica, sobre todo cuando el querellante Butters lanzó ataques, frases y expresiones más graves e irreproducibles contra Ricardo. En ese sentido, resulta inequitativo, asimétrico y hasta gravoso para RBC la sentencia condenatoria del juez de primera instancia, tocayo de Butters, y peor se vulnera la dignidad y el honor de RBC cuando su querella contra Butters jamás prosperó, peor cuando este declaró en diversas ocasiones que le meterá preso a Ricardo y que se va a encargar de que la pase mal en la cárcel o que se muera dentro, debiendo los magistrados de la Sala Penal de Chorrillos, frente a esta clase de intríngulis y conflictos, actuar con mucha mesura, con un sano criterio de conciencia y con sabiduría judicial, no debiendo amparar el abuso del derecho.

Un tema objetivo es que la judicatura penal de Chorrillos, en primera instancia, no amparó la demanda de RBC, es decir, no ha querido declarar fundada su querella, pero sí admitió la pretensión del querellante Butters. Ahora bien, como es sabido, en la ciencia y la praxis jurídica, y a la luz de la misión y visión del Poder Judicial, toda sentencia y resolución de la administración de justicia debe evaluar, ponderar y valorar su impacto en la sociedad y en el Estado Democrático y Constitucional de Derecho.

Y si ese querellante, Butters, va a postular a la presidencia por Avanza País, y si RBC es el fundador del Partido Cívico Obras, con larga ejecutoria en la política peruana, la pregunta cae de madura: ¿se puede llegar a tanto por parte de algunos rivales del periodista RBC, acaso al punto de querer usar a los magistrados del Poder Judicial para sacarlo de la carrera electoral por encima de la voluntad popular?

Esas son las sombras que hay en todo este caso, donde no se admite la querella del periodista Ricardo Belmont, pero si se admite la querella de Butters, quien ha venido atacándolo públicamente desde hace ocho años por lo menos. En consecuencia, este deslinde de la judicatura peruana contra el favoritismo tiene que darse necesariamente en la Sala Penal de Chorrillos para preservar su integridad, su ética pública y la transparencia, debiendo tener muy presente como órgano colegiado su apego a la sabiduría judicial y al sano criterio de conciencia. Pues si se revisa bien este expediente, y la historia detrás del mismo, se descubrirá que son más graves los ataques del querellante Butters contra RBC, y no al revés, sobre todo desde su confesión pública frente a Nicolás Lúcar (Radio Exitosa), cuando prometió acabar con el periodista Ricardo Belmont, en abril del 2017.

Es más, de cara al Poder Judicial, RBC es la víctima y no el victimario, incluso ya perdió su canal de televisión y ahora se le quiere bloquear como candidato presidencial del Partido Cívico Obras, partido que junto al canal 11, fueron los únicos que jamás se arrodillaron en la salita del SIN de Montesinos.

De manera que debemos preguntarnos hoy dónde queda el Artículo 1° de la Constitución, dónde queda la condición de adulto mayor (Ley N° 30490) de Ricardo Belmont, y dónde queda la defensa de la persona humana y el respeto a su dignidad, siendo todo eso el fin supremo de la sociedad y del Estado.

Pero, en virtud de la “pluralidad de instancia”, la Sala Penal de Apelaciones de Chorrillos puede y debe enmendar la sentencia de primera instancia por adolecer de motivación y fundamento, al estar divorciada de un contexto histórico político y social, al estar fuera de la realidad y al no haber evaluado y ponderado todos los hechos de este caso, siendo evidente que el agraviado es Belmont y no Butters.

Es deplorable que esta clase de iniquidades y asimetrías solo sucedan el Perú, donde el agraviado aparece como agresor y la víctima como victimario. Un absoluto abuso. El mundo al revés, y como dice mi amigo Herbert Mujica solo en el Perú llueve para arriba.

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