Por Edwin A. Vegas Gallo
En esta confrontación de la nueva taxonomía política peruana: “caviares” y “anti caviares”, suscitada en el seno del Congreso de la República, ahora en alianza insólita con el Ejecutivo por llegar a 2026, recuerda mucho a la pasada lucha entre el aprismo y el anti aprismo y; desde luego, quién sale perdiendo es el desarrollo del Perú, traducido en millones de pobres, millones de niños con anemia y desnutrición crónica infantil y cientos de miles desplazados por el cambio climático.
Ahora la confrontación congresal la han llevado a nivel de Naciones Unidas, al brindar “un voto de extrañeza al Coordinador Residente en Lima, Igor Garufulic e incluso “exigiendo la Comisión de Relaciones Exteriores, su retiro del país”, con la pasividad de la Canciller.
Ello en respuesta a un comunicado del Sistema de Naciones Unidas (SNU) en la que expresaba “preocupación por la investigación sumarísima contra la Junta Nacional de Justicia”, propiciada por la inefable congresista Patricia Chirinos.
Otro dardo contra Naciones Unidas viene del congresista Muñante, quien propone “dejar de pagar al SNU, las cuotas que el Perú” como Estado Miembro de aquél debe hacerlo.
Todo ello en la ignorancia de ni siquiera conocer la Carta Fundacional de Naciones Unidas, que desde 1945, según el artículo 55. 3 (Capítulo IX: Cooperación internacional económica y social)… promoverá “el respeto universal a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos sin distinciones”, en respeto irrestricto a la estructura y separación de los poderes y organismos constitucionales del Estado.