Placeres Oniricos / Luis Felipe Alpaca

PLACERES ONÍRICOS: YA ERA HORA QUE EXISTIERA UNA MARCA PERÚ

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Ya era hora que existiera una marca Perú

Por Luis Chávez

 

     

Acabo de ver el video del documental Marca Perú, y he quedado impresionado por la forma en que a nuestro país se lo eleva hasta las cumbres de lo mejor que pueda haber en el resto del planeta. Es un documental tan integrador y tan inclusivo, que se encarga hasta la saciedad, de  publicitar las maravillas de las que goza el Perú, con la idea de designar a sus “embajadores” entre ellos: surfistas, cantantes folklóricas, cocineros nacionales, entre otros, para que viajen por los rincones del mundo a otorgar “derechos adquiridos”. Como lo son, el goce de los recursos, productos, y cultura peruana.

Enhorabuena que se hagan estas campañas para difundir en el exterior las grandezas de nuestro país. Y una felicitación al Mincetur y a PromPerú por la valiosa iniciativa que ya empieza a dar sus frutos. Porque así es nuestro Perú. Un país tan grande que fue rico en todo, desde épocas milenarias.                                         

No hace mucho, tuve la oportunidad de estudiar el tema de Caral, una gran civilización milenaria, por cierto la más antigua de América.

Caral se desarrolló en el valle de Supe, hace aproximadamente 5000 años.

Allí desarrollaron un sistema organizacional, social y comercial realmente envidiable. Un sistema que quizá en la actualidad sea solo exclusividad de los países del primer mundo. Por ello, y por muchas otras razones, me siento realmente orgulloso de haber nacido en ésta tierra bendita, que ofrece muchas cosas maravillosas, como su prodigioso clima, sus regiones, su gente, sus laureados deportistas, sus científicos, que hoy se encuentran desperdigados por todo el mundo aportando teorías nuevas a la ciencia, y en especial, su alta y variada gastronomía que hoy seduce a los mejores paladares del planeta.

Si bien, es innegable que tenemos grandes recursos naturales, grandes potencialidades en recursos humanos, y sobre todo una excelente geografía. ¿Por qué ostentamos el titulo de ser un país “emergente” y/o “en vías de desarrollo”? ¿Acaso no tenemos las mismas oportunidades y condiciones naturales que los jaladitos (nipones) que están en el otro lado del mundo, o que los arios, que se creían la raza superior en los años 40, o los anglo-sajones?

Por eso creo que es el momento de despegar, y no hay tardanza para ello. Pero hagámoslo ya. Recuerdo que hace algunas décadas, un presidente norteamericano que fue atentado en Dallas, en uno de sus discursos públicos anteriores, mencionó a sus electores “No esperen ni pregunten qué puedo hacer yo por ustedes, sino mas bien pregúntense ustedes mismos, ¿qué puedo hacer yo por mi Nación?”  Esa frase realmente me marcó, y me pareció tanto como sensata, alentadora. Pero tampoco quiero caer en un idealismo ingenuo, que no es compatible con nuestra cruda realidad social. Por eso, en nuestro país es hora que los poderes del Estado, se pongan la camiseta de la transparencia y del compromiso hacia sus gobernados. Que siquiera, tengan un ápice de instinto de batalla contra la impunidad y la corrupción; que hoy es bien sabido y demostrado que provenía de las altas esferas, y desafortunadamente contamina y contagia a los sectores más bajos, pero no debemos contaminarnos con éste cáncer que en muchos casos ataca a los más privilegiados, a los más instruidos, a los más versados, que a sabiendas, simplemente cruzan la línea, sin tener lugar para el retorno.

No es novedad para nadie que en nuestra sociedad peruana, los graves problemas son: La educación, la pobreza, la exclusión social; y sobre todo la violencia. Por ejemplo: en los medios de comunicación como el internet, la televisión, y la prensa escrita; también tenemos la violencia en las calles, como el pandillaje, y peor aún, los secuestros.

Por eso, es necesario implementar y reformar los programas educativos, por un lado, un plan nacional de seguridad; y los programas sociales, que son importantísimos para que la población se sienta motivada

Finalmente, sigo sosteniendo que El Perú, mi Perú, y el Perú de todos, es un país maravilloso, y no lo abandonaría por nada de éste mundo, aunque hoy nos encontremos frente a un dilema electoral que ha desmotivado a gran parte de la sociedad civil. Pero toda turbulencia o tempestad termina siempre por acabar.

No dudemos más en difundir la grandeza de nuestra tierra, con campañas como la Marca Perú y también con nuestros logros personales que sigan dejando al Perú “arriba siempre arriba; hasta las estrellas”, como lo hubiera querido el inmortal Jorge Chávez Dartnell.

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