Literatura

PLACERES ONÍRICOS: BORGES HIZO DEL CUENTO, UNA METÁFORA DEL MUNDO

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BORGES HIZO DEL CUENTO, UNA METÁFORA DEL MUNDO

Por Luis Chávez

                    
                                           El joven Borges


No cabe duda de que la narrativa de Jorge Luis Borges, ha causado múltiples opiniones entre los lectores. Unos afirman no entender sus textos y por lo tanto, lo relegan en último lugar entre sus autores favoritos; y otros, simplemente más audaces e investigadores de su vocación lectora, lo sindican como un paradigma de la lectura contemporánea. “Ficciones”, su libro de relatos más famoso, con el que obtuviera el Premio Formentor otorgado por los editores del continente europeo y norteamericano en 1961, logró fusionar algunas realidades de sus historias con un universo ficticio, utilizando como recurso la intertextualidad interna, con el objeto de ratificar la condición humana como grupo y como seres individuales. Sin duda, un gran reto para los lectores que no seremos ajenos a eventuales relecturas por mandato de oficio.

Pero otro de sus títulos que comulgaron con la cruel realidad de la vida, fue “El Aleph”, libro de 17 relatos publicado en 1949. En él, Borges plasmó un amor incondicional a Dios a pesar de las desdichas del mundo.

En lo personal, el cuento “Los dos Reyes y los dos Laberintos” incluido en el mismo volumen, no deja de impresionarme por la forma en que el autor simboliza el poder del mundo como fuente de inspiración de los mortales para ejercerlo hasta la saciedad en contra de sus propios pueblos, tal poder, está plasmado en los dos reyes de la historia, y la forma en que se describe parece una especie de mea culpa  para redimir al mundo. Por otro lado, el sentido de la competencia y la venganza son taras que han acompañado a los mortales desde el inicio de la civilización. Y el laberinto que hace enorgullecer al Rey de Babilonia, nos lleva a reflexionar que permanentemente caemos en laberintos existenciales creados por nuestros propios demonios, y en el que muchas veces, cuando ya nos vemos vencidos para no lograr salir, nos vemos obligados a implorar a una fuerza superior que hasta ese momento nos era desconocida, pero que por algo repentino, podemos conocerla. Borges, simplemente nos describe la aparente semejanza que tiene un Rey con Dios; pero su gran revelación es que el verdadero poder lo tiene ese ser omnipotente, ese que no está en el mundo terrenal.

“Los dos Reyes y los dos Laberintos” es un cuento corto y sencillo en su prosa, que encierra en resumen, la injusticia y el hambre de poder que padece el hombre en el mundo, y al mismo tiempo nos invita a la reflexión; la misma que podrá llegarnos eventualmente, quizá por la inspiración del amor.

Cuento              “Los dos reyes y los dos Laberintos

Autor: Jorge Luis Borges.   

Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mandó construir un laberinto tan perplejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a entrar, y los que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia tenía un laberinto mejor y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia, juntó sus capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de Babilonia con tan venturosa fortuna que derribó sus castillos, rompió sus gentes e hizo cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz y lo llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: “! Oh, rey del tiempo y substancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras, que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que te veden el paso.”

Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en la mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed. La gloria sea con Aquel que no muere.

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