Aunque parezca algo inverosímil, en el mundo entero, hoy se vive un auge de las letras. Los amantes de la lectura leen títulos procedentes de todos los continentes, tenemos gente que lee a autores africanos, orientales, asiáticos, y obviamente a los europeos y los norteamericanos. En el caso de los latinoamericanos, tampoco se quedan atrás, pues desde el Boom Literario de las últimas cinco décadas, siguen pasando por su mejor momento, en cuanto a producción se refiere. Los géneros son de lo más variados, pues existen toda clase de preferencias, por ejemplo la “narrativa” siempre está ocupando el primer lugar de aceptación y ventas; más aún, que hoy se vive el fenómeno de la “literatura gótica vampírica” y en nuestro lado del continente se van incrementando enormemente las preferencias por la “literatura de autoayuda”. La misma que hace que los “gurús” del saber vivir, incrementen sus millonarias cuentas.
Hasta allí, todo parecería andar con la mayor normalidad. Pero, en nuestro medio según parece, existe una contradicción; pues si bien es cierto que tenemos a dos o tres monstruos editoriales, que publican sin parar centenas de títulos; además del incremento y supervivencia de las editoriales “independientes”, que hacen que la demanda de libros vaya en aumento; ¿Por qué cada vez se lee menos?
La respuesta no es tan sencilla para aplicarla; pues, no faltarán los que superficialmente digan que es gracias a lo caro que están los libros, incentivando así a la piratería.
En realidad el problema va más allá de ese solo factor. Pues, se juntan una serie de causas reales, que se viven en nuestro contexto social, y que involucran a todos, desde las autoridades políticas (Poderes del Estado), hasta la clase empresarial; sin dejar de mencionar por supuesto a la misma sociedad civil.
Por ejemplo: entre una de las causas, están el ambiente familiar. Pues, si bien es cierto que en un núcleo de familia se insertan problemas de distinta índole, en especial los de tipo económico; también es cierto que si los padres cultivan una serie de aficiones relacionadas a todo tipo de expresiones artísticas, incluida la lectura; es muy seguro que los hijos, en edad temprana, tratarán de emular la misma practica, logrando en muchos casos sensibilizar sus sentidos para relacionarse quién sabe; con la música, la lectura, y el arte en general; logrando así llegar a tener una concepción muy peculiar del mundo que los rodea. Por otro lado, no intentamos predicar un “puro romance”, porque quizá en el caso de las familias disfuncionales, donde los padres están ausentes, separados, o imbuidos en el trabajo, los resultados serán desalentadores; pues se hará más difícil aunque no imposible, que un niño se convierta en un adecuado lector.
También son importantes las políticas a tomar. Sobre todo ahora, que desde el 21 de julio apenas hace una semana, el presidente García promulgó la ley de creación del Ministerio de Cultura, el primero en lo que va de la historia peruana. Pues, si el INC (Instituto Nacional de Cultura) no logró hacer mucho, el nuevo Ministerio como cartera del ejecutivo, tendrá mayores condiciones de gestión para crear las nuevas políticas culturales de nuestro pueblo, de la mano del portafolio de Educación, creando más bibliotecas en la capital, y sobre todo en las demás regiones. Un caso muy curioso, me pasó hace dos meses cuando estuve en la tierra de José María Arguedas, el alcalde de la ciudad de Andahuaylas, en un recorrido me mostraba la biblioteca municipal, que por cierto, se encontraba abarrotada de escolares y jóvenes universitarios supongo, todos ellos concentrados en sus lecturas, con un lirismo apasionante, lo cual me impresionó notablemente.
Pues sí. Hace falta bibliotecas municipales, privadas, estatales, etc., ubicadas en todos los distritos y con todas las facilidades de acceso a los textos, pues ellas son la mejor vía para facilitar la lectura.
Pero también es exigible un mejor programa de capacitación para la metodología de los docentes, pues ellos, quizá por el hecho de estar desmotivados salarialmente, también se muestran poco motivadores con sus alumnos, y peor aún si esos maestros no han desarrollado el habito de leer, a falta de una adecuada comprensión lectora, que es otro de los aspectos importantes a tratar; pues no basta con querer leer, sino comprender el texto que se lee.
Ahora, quiero atreverme a decir que los jóvenes del siglo XXI si leen; pero es otra forma de lectura, ya no es la lectura lineal de textos con la que muchos de nosotros nos iniciamos. Ahora es una lectura fragmentada, pero sobre todo audiovisual. A veces, la de una obsesiva televisión que logra enajenarlos del tiempo y del espacio. Por su parte el uso de internet también es importante y necesario; por eso tampoco debe satanizársele, pero hoy las lecturas y los lenguajes son distintos. En los correos electrónicos, en los blogs, en los celulares; los jóvenes han transformado sus lenguajes y códigos, siendo ahora más agresivos, más explícitos, y en muchos casos muy soeces. Formas que definitivamente atenúan la belleza, la lírica, y el verso.
Finalmente, no todo está perdido.
Aceptemos el tipo de comunicación de nuestros hijos. Es posible que durante el día en el trabajo, nosotros nos relacionemos apenas con dos o cinco personas, y a diferencia de ellos, que quizá lo hagan hasta con mil personas virtualmente; sería innegable reconocer que hoy vivimos en una “Sociedad de la Información”. Por ello, aceptemos prudentemente sus juegos en línea, pero con mesura, y también sus redes sociales; pero al mismo tiempo trasmitámosles valores, los mismos que los harán integrales como seres humanos. Cojamos un libro adecuado a sus intereses, y explorémoslo juntos. Solo así quizá, estaremos a tiempo de transportarnos a mundo indudablemente fascinante…