Opinión

Piura, laudato sí

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Por Fernando Casanova Garcés

El Papa Francisco dejó una frase que hoy ya no resulta para nada controversial: “hagan lío”. Hagan lío, sí. Porque como en el mundo, en esta ciudad pareciera que el calor derrite las conciencias y el silencio desde hace mucho ya es innegable complicidad. Porque lo que ocurre en Piura ya no es negligencia: es traición. Y no de esas tibias, sino de las que deberían costar el puesto, el pellejo, el nombre.

En esta ciudad de historia y polvo, la Municipalidad y el Gobierno Regional han elegido ser sepultureros del espíritu. Y lo hacen con un entusiasmo digno del depredador. ¿Qué han inaugurado? ¿Qué legado dejan? ¿Qué aman? Nada. Nada que no se venda, nada que no se pueda enrejar, demoler o asfaltar con pintura donada por contratistas.

El alcalde —sí, ese cuya cara aparece en gigantografías con una sonrisa acomodada por el photoshop— celebra su gran hito: un parque enrejado. Como si la infancia fuera un peligro público. Como si el árbol diera miedo. Como si el aire necesitara permiso. Mientras tanto, el Gobernador Regional sigue haciendo lo que mejor sabe hacer: no estar. No estar cuando se inunda, no estar cuando se quema, no estar cuando se marchita la ciudad. Un cargo con nombre, pero sin alma.

Y como broche de oro: quieren destruir la Plaza Tres Culturas para instalar un tanque de agua. Oh, Eureka, visionarios de la nada. Genios del desastre urbano. Es como si su misión fuera borrar sistemáticamente cualquier trazo de belleza, memoria o verde piurano. Hay que tener una imaginación muy pobre y un desprecio muy profundo por Piura para mirar un espacio simbólico y decir: pongamos un tanque, pues. Ni en las dictaduras tropicales se animaron a tanto.

Piura, la que fue primera ciudad fundada por los de castilla, la tierra de Merino, de Salaverry y de Grau. ¿Qué pensarían ellos al ver que sus herederos políticos no distinguen un ficus de un tubo PVC? ¿Que su mayor preocupación es cuántos likes saca su publicación de campaña?

Habría que preguntárselo, de frente, sin media voz:
Señor Alcalde, señor Gobernador: ¿qué saben de Piura?
¿Saben dónde murió Salaverry? ¿cómo interpretan Taita Yoveraqué? ¿Qué sintieron al mirar el sortilegio pictórico de Escudero”?
¿Han escuchado Tondero alguna vez sin estar en campaña? ¿Han sentido las lagunas de Huancabamba más allá del selfie turístico? ¿Han cargado al Cautivo alguna con fe y bajo el cálculo político? ¿Conocen siquiera la cosmogonía Tallán? ¿Entienden qué significo para el Perú el martirio petrolero de Alejandro Taboada? ¿Sienten algo al pasar por el río Turicaramí?

Porque si no lo entienden, no deberían estar ahí. ¡Porque si no les duele Piura, entonces no la gobiernen por dios! Porque si no la aman, váyanse. Pero como siempre se quedan, sepan de una buena vez que estamos rebien hartos.

Hartisísimos de que todo se piense en función de qué necesita un mall. De que los únicos que celebran logros sean los centros comerciales. De que los niños no conozcan un teatro y crean que el arte es un show de TikTok. De que nadie se pregunte qué significa vivir sin estadio, sin coliseos, sin parques, sin árboles, sin río, sin alma. Hartos de esta especie de “urbanismo a la parrilla” donde todo se chamusca y se enreja.

¿Y el río? El río Piura —viejo Dios que todo lo ve— es para ustedes un estorbo, “el problema”. Lo contaminan, lo encajonan, lo desprecian. No hay un solo plan serio, una sola idea digna. No comprenden que sin nuestro lengash fundacional, regulador vital y espiritual de la piuranidad, no hay ciudad, no hay historia, no hay futuro.

Nosotros ya no protestamos: aquí resistimos. Aquí hacemos lío con la dignidad de quien sabe que una ciudad no se alquila, no se vende, no se mutila.

Esta Piura de imitaciones no es la nuestra. No aceptamos este simulacro de civilización en que han convertido lo que fue cuna de Correa Suarez, Borrero Vargas y García Baca.

Sépanlo, Piura es el lugar donde bien merece entregar la vida por el derecho a una sombra, a un libro, a un árbol, a una canción. Es tiempo de pedirles cuentas, de preguntarles con nombre y apellido:

¿Usted qué hizo por PIURA?
¿Qué salvó?
¿Qué supo amar?

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